Rojo sangre (parte 2)

2404 Words
Resultaba patético verlo en ese momento. Nervioso, observando sus ojos en el reflejo del espejo retrovisor de su auto. Tamborileando sus dedos, sobre el volante. Sintiéndose estúpido y ansioso por ese encuentro y lo que este supondría para ellos. Esperándola en el punto en el que ella le había dicho un par de horas antes. «Ya llegué al lugar... ¿En serio no prefieres que me acerque a tu casa, Break?» Le preguntó en un mensaje sin poder evitar parecer un poco invasivo. Sabía que ella vivía a media cuadra de donde él la estaba esperando. De buena gana él habría parado el coche justo en frente de su casa, pero, ella no se lo permitió. Sus motivos tendría, de eso no pensaba discutir, solo que... «¿Cuáles serán? ¿Algo que no quiere que yo sepa o no quiere que nos vean? ¡Ah! Odio cuando hacen eso! Es como si me pudieran a gritos que malinterprete todo. Cosa que ya estoy haciendo... » Se dijo frustrado dejando caer su frente sobre el volante. La gente normal no se daba una idea de lo fácil que era para él comenzar a darle vueltas al tema. Menos aun, sabían que tan fácil era imaginarse la peor de las situaciones existentes. Pero, eso no se lo diría, no hacía falta y mucho menos creía que estuviera en su obligación de tener que darle explicaciones. A fin de cuentas, más que seguro que, esa linda relación ya tocaba a su fin. Levantó la cabeza, en el momento justo en el que una extraña mujer delgada de cabello verde y caderas anchas, salía de una casa, a pocos metros de distancia. Se dio cuenta que, en realidad, ella le había dado la dirección exacta de su ubicación. Solo no lo había dejado parar justo en la entrada de la misma. La vio acercarse a él, vestida como la primera vez que la vio, con una falda muy corta de mezclilla n3gra y un top de igual color. Llevaba una pequeña mochila en su espalda y el celular en la mano. Caminaba con la vista puesta en la pantalla, por eso no lo vio saludarla con la mano. Eso no le molestó en absoluto. Pues a todo eso, simplemente decidió salir del coche y esperar a que ella levantara la cabeza y lo viera o que, en su defecto, colisionara contra él al llegar a la esquina. Lo que ocurriese primero. «Si choca conmigo al menos que me dé la excusa de besarla... Hoy luce mucho más sexy que de costumbre... O ¿Serán las ganas que traigo después de no haberla visto por un par de semanas?» Pensó divertido apoyado en la puerta del coche. A decir verdad, lo que más tenía en mente eran esas ganas desbordantes de tenerla a su antojo por esa noche y que ella se presentara así, no ayudaba mucho que se le dijera. —¡Ay, la pvta! ¡Me asustaste, bola! — le dijo ella al verlo de pie junto a la puerta del carro —¡No te vi! ¿Tenés que ser tan silencioso, che? Hans solo sonrió divertido. Todavía se encontraba bastante nervioso, por ese motivo, prefería no hablar demasiado. Vio como ella le daba un pequeño beso en la mejilla a modo de saludo. Costumbre muy común en ese país latinoamericano en el que se encontraba. Él, por su parte, solo rozó sutilmente su cintura en un gesto que parecía ser un abrazo. No se atrevía a hacer nada más. Entraron al coche, ambos en silencio. Ambos demasiado consientes del uno de la otra. Ambos completamente nerviosos y expectantes por lo que prometía aquel encuentro. Hans puso el auto en marcha y vio por el rabillo del ojo como ella se mantenía con la cabeza gacha, con la vista clavada en la mochila que reposaba sobre sus piernas. A sus ojos, se veía hermosa y deslumbrante en ese sencillo traje de chica "Punk" con el que se había enfundado. Con los ojos delineados y la boca pintada de violeta. A sus ojos, se veía perfecta. Solo, había un pequeño detalle que él sentía que le faltaba a ese atuendo para ser perfectamente perfecto: algo que le adornara el exquisito cuello. Se llevó la mano a su cuello, donde él llevaba una simple tira de cuero n3gro con el símbolo de la anarquía tachonado en el. Era un simple adorno, uno de los pocos que todavía guardaba de aquella vieja época de rebeldía juvenil. Paró en un semáforo en rojo y volvió a verla. Sopesando esas posibilidades de acercamiento. Suspiró, llamando su atención. Delante de sus ojos, se quitó la gargantilla que, más que parecer un collar para adornar el cuello de un humano, parecía estar hecho para el cuello de un perro, indicando que este tenía dueño. Sorprendida, Break, vio como él se le acercaba casual, rodeándola con sus brazos para colocarle el collar que siempre le había visto puesto. Sintió como el cuero se ajustaba a su cuello y un pequeño tirón en la nuca le daba a entender que lo había cerrado. Sintió el cálido aliento de Hans con olor a tabaco acercarse a su procesador de sonido. — Te ves muy hermosa esta noche, Break...— escuchó con toda nitidez — ¿No te ofendes si te presto mi collar para completar tu atuendo? Eso le sentaría de pvta madre... El semáforo cambió a verde y con eso, el auto reanudó su marcha. Siguieron en silencio, un poco más. Pero, esta vez, Break sentía la atmósfera entre ellos de otra manera. De vez en cuando, se atrevía a verlo de soslayo, notando como él también hacía lo mismo a la vez que le dedicaba una media sonrisa. A Break, realmente le gustaba ese hombre raro que había conocido en la cafetería de su amiga Gretchel. A Break realmente le gustaba ese acento zaragozano que él tenía al hablar. Adoraba sus conversaciones y todo el cuidado que él ponía al comunicarse con ella. «¡Hasta supo el lugar exacto en donde tenía que hablar para que yo lo escuche!¡Dios!¿Cuando llega la parte de la historia en la que me da duro contra el muro y parejo contra el espejo?¡Por favor!» Se preguntó deseosa ocultándose detrás de su carita angelical. Lo admitía, ese hombre le gustaba y mucho. Era un hombre muy extraño, pero, a su vez, tenía su encanto. El encanto que solo tenían esos hombres que olían a peligro. Peligro, eso era Hans para ella. Peligro y no pensaba hacer nada por evitarse ese peligro. Al contrario, ella deseaba saborear ese amargor prohibido del peligro. Se daba cuenta que él no era una persona muy sana que se le dijera. Le bastaba con haberlo visto enojarse de aquella forma delante de la computadora portátil para darse cuenta que, a ese hombre, le faltaban un par de tornillos. Sin embargo, no podía dejar de notar que, así y todo, ese hombre... «Sabe como tratar con un sordo como yo...¿Por qué será que siempre me pasa lo mismo con los loquitos?» Se preguntó con el sentimiento de resignación al que estaba acostumbrada. Pues, a decir verdad, ella ya estaba más que acostumbrada a las personas como él. No pensaba contárselo, no tenía porqué saberlo. A fin de cuentas, dudaba que esa extraña relación que tenían llegase a seguir después de aquella noche. Ella no pensaba permitirse que así lo fuera. «¡A fin de cuentas!¡Yo solo quiero que me dé lo que se guarda entre sus piernas y nada más! Para algo serio mejor me busco a un boludito que al menos esté cuerdo...» Era consciente que, quizás, estuviera siendo un poco hiriente. Pero, también era consiente de que, en realidad, una relación como esa con un tipo como aquel, no tenía un buen futuro. Otra vez, un semáforo se puso en rojo. Otra vez, Hans paró el carro. Pero, esta vez, se detuvo a encender un cigarro para luego ofrecerle uno de los suyos a ella. —¿Hablamos de pagar deudas? La vez pasada te dejé sin cigarros, así que...— escuchó que él admitía en lo que le extendía la cajita —¿Quieres? Aunque, no sé si te gusten. Los que yo fumo son más fuertes. Tabaco n3gro... Ella observó en silencio la cajita, dándose cuenta que eso era una simple manera de conseguir de ella algo más que solo miraditas solapadas. Amohinó los labios en una actitud pensativa e incrédula, para luego levantar la vista con los ojos entornados en su dirección. Pensándolo bien, si quería un cigarro de los que fumaba él. De preferencia, el que él llevaba en la boca. —¡Oh!¡Gracias! Justo me acabo de acordar que me dejé los puchitos en casa — le dijo ella toda inocencia a la vez que le quitaba el que llevaba en la mano y se lo ponía en la boca, recostándose sobre su pecho y fumando un poco de ese amargo cigarro que raspó su garganta — Tienes razón... No me van a gustar mucho que se le diga ¿Mejor paramos en un kiosco para comprar los míos? Hans rio entre dientes, para luego rodearle la cintura con una mano y tomar su rostro con la otra, buscando de esa forma que ella lo mirase a la cara. Sus ojos su clavaron en esa boca morada que estaba deseando probar. Ella lo notó con mucha rapidez. —¡Ah, m13rda que sos rápido, chabón! — la escuchó exclamar sin demostrar querer apartarse de él.—¿Esto es un hola, garche y chau? Él rio divertido por esa expresión ocurrente. Parecía que lo estaba entendiendo muy bien. La bocina de un coche rompió con la atmósfera y tuvieron que separarse. —¿Acaso había otro motivo para aceptar esta invitación, Break?— le preguntó sin apartar la vista de enfrente mientras conducia por las calles en dirección a una tienda abierta para comprarle los cigarros que ella deseara.— ¿O ahora me dirás que yo malinterpreté todo el jueguito que me hiciste desde que comenzamos a hablar? Quizás, estaba siendo demasiado duro con sus palabras. Pero, debía decirlo, no quería errores ¡Odiaba los errores! Además, ella le gustaba lo suficiente como para no querer manipular las cosas de esa manera. Solo quería saberlo y tener un mínimo motivo para no romper esa sonrisa. Para que esa sonrisa le durara un poco más. —¡Ahh!¡Qué forro que sos, che! — reconoció Break fingiendo que estaba ofendida por esa verdad —¡Y yo toda inocente pensando que vos querías verme como el muy buen amigo con el que me hablo todos los días por mensajes y llamadas! Ay, ay... Se me cayó un ídolo. —¡Oye, oye! Hay un poco de palabras en tu sarcasmo, niña...— replicó él sonriendo divertido por esas expresiones que, a duras penas conseguía entender debido al dialecto clásico del lumfardo argentino que ella usaba—... A todo esto ¿Qué significa ser forro? Me lo dices muy a menudo y siempre me olvido de preguntarte. Él solo estaba haciendo tiempo para darle la respuesta que quería darle. Además, al menos, si ella lo negaba y la cosa terminaba allí, él se habría atrevido a ser sincero con sus intenciones principales. La vio amohinar los labios, con desconfianza. —Ahora me cambiás de tema...— se quejó ella, pero, de todas formas agregó — forro se le dice a alguien que es "malo" o también se usa para los que son muy cínicos y sarcásticos... Como vos... —¡Ah, ya veo! Ahora entiendo mejor porqué la encargada de los departamentos en donde estoy viviendo me lo dice tan seguido... Ah, y yo que creía que me estaba diciendo que me quería... Bueno, no importa eso...— exclamó haciendo honor a su mote de "forro" con su carácter sarcástico habitual a la vez que paraba el coche delante de una tienda de víveres — ¿Te puedo ser sincero al respecto de todo esto, Break? Vio como ella lo observaba en silencio con la actitud de profunda expectación que sabía que provocaban sus palabras. Ella realmente no era consiente del lugar en el que se estaba metiendo al seguirle el juego. — Creo que te mereces que te cuente un pequeño detalle de mi personalidad...— siguió hablando al ver que ella no le respondía — Conmigo, no existe el punto intermedio. A mí, o me tienes como ese buen amigo con el que hablas todos los días por teléfono de todo lo que se te ocurra o... Hizo una pausa para acercarsele bien a la cara con sus ojos entornados y la actitud que hacía tiempo estaba reprimiendo. En ese momento, no era el mismo que había demostrado ser en la cafetería. En ese momento, él era... «Breaks... Quien está buscando a alguien que sea su "Point" por una noche... ¡Ja, ja, ja!¿Y ahora qué pasa?¿Eh?» Gritó el maldito loco que comenzaba a intentar salir de su mente. No sé lo admitiría todavía, pero, realmente dudaba poder contar a ese loco que insistía en salir a la luz y disfrutar de una buena j0dida noche de Break Point. Por eso mismo, prefería decirle la verdad. — O, me tienes con la v3rga metida hasta el fondo de la raja para luego descartarte lo más rápido y alejado posible de mí...— le advirtió grosero pero con voz inusualmente dulce, contrastando con sus palabras y actitudes —Sin embargo, debo decir que te estimo lo suficiente como para advertirte primero y hacer de cuenta que esta noche no ocurrió despues. Tú eliges, Break... Tu amigo o... El que te va a f0llar esta noche para después bloquear tu número y evitarte todo lo que pueda. Dicho esto, salió del auto y se encaminó al negocio para comprarle los cigarros, junto con alguna de sus usuales compras innecesarias, dejando que ella se quedara sola con sus pensamientos. Dándole tiempo a meditar muy bien su respuesta. Rogando por dentro que ella le diera un solo motivo para no hacer nada de lo que había ido a hacer. Rogando porque tuviera la cordura que a él le faltaba para detenerlo y que esa sonrisa le durase un poco más.
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