Rojo sangre (parte 1)

2183 Words
—¡Ja, ja, ja! ¡Estás re loco, chabón! ¿En serio hiciste eso?— la voz de Break se oía jocosa y socarrona a través del parlante de su celular — ¿Cómo no te expulsaron? Él se había insistido en mantener la distancia con ella. Sin embargo. Como siempre. Había terminado por tirar todo sus propósitos por la borda de ese crucero apaleado y a la deriva que suponía ser su mente inestable. —Y... Si te digo la verdad, Break, ni yo lo sé... Creo que fue mi viejo que intervino o quizás solo fue por las altas calificaciones que tenía, pero me salvé muchas veces de una buena expulsión en la secundaria...— respondió Hans con la sonrisa atornillada en la cara, comenzaba a tomarle el gusto a esas interminables y absurdas charlas con ella — ¡Pero! En amén a la verdad, como personal docente que soy... ¡Me habría tenido bien merecido esas amonestaciones!¡Te lo juro, niña! ¡Era incorregible en aquella época! Por momentos, sentía deseos de golpearse la cabeza contra la pared al darse cuenta de los matices que estaban tomando la relación. No había querido en ningún momento darle ese pequeño lugar en su día a día. Pero, como siempre, había tirado sus propósitos al carajo y terminado por seguirle la corriente a esa muchacha con la que estaba hablando. —Che, Cristal... Decime una cosa ¿Esta noche no tenés nada que hacer, verdad?— soltó Break de golpe con esa voz socarrona y casual que tanto comenzaba a gustarle. «Hablar con ella es como si se te burlara todo el tiempo a la cara. Como si me dijera con esa dulce boquita de cloaca que ella hará de mi lo que se le ocurriese... Es tan Punk que me da lastima no seguir con su juego.» —Aparte de matarme la vista la espalda y las pocas neuronas que me quedan funcionando frente al monitor de la computadora para adelantar trabajo de oficina... Pues nada... —Reconoció Hans en el acto, haciendo de cuenta que no se enteraba de nada — ¡Ah, si! Y fantasear con la idea de poner una Molotov en el departamento de la encargada ¿Por qué lo preguntas? En realidad la pregunta era retórica. Él sabía perfectamente lo que ella quería hacer. A fin de cuentas, se lo venía posponiendo desde hacía un par de semanas. «¡Ganas no me faltan de volver a verte, Break! Pero... No sé si sería lo correcto. » Admitió a la vez que detenía su trabajo en frente de la computadora de escritorio que tenía en su oficina. Lo cierto era que todavía le debía esa salida por la que habían comenzado a hablar. Aunque, en amén a la verdad, recordaba vagamente que aquel trato había sido, en un principio, un inocente café. «¿Cómo llegamos a unas cervezas hasta caer? ¡Ah! ¡Qué curiosas pueden llegar a ser las conversaciones sin sentido a altas horas de la madrugada! Lastima que yo con unas buenas cervezas entre pecho y espalda puedo ser muy peligroso. Dudo mucho que esta vez la deje escapar...» Por ese motivo él prefería mantenerse al margen. Por ese motivo él había dejado de ir a la cafetería de su prima, para no verla. Por ese motivo y por su trabajo, todavía se escapaba a sus invitaciones. Tenía miedo de lo que pudiera llegar a ocurrir si se volvían a ver en un contexto como aquel. —No... Nada, realmente...— escuchó que ella decía del otro lado del teléfono— Solo preguntaba, de chusma, nomás... «¿A dónde me quiere invitar ahora mi dulce niña con boca de cloaca?» Le preguntó, divertido, en su mente a sabiendas de lo que ella realmente estaba pensando. Disfrutaba de esos momentos en los que las conversaciones tomaban el matiz del peligro como aquel. Hacía años que no se permitía disfrutar de ese tipo de juegos. Hacía años que no se permitia ver a una mujer como ella, haciendo ese esfuerzo tan femenino de aparentar desinterés. Un desinterés que sabía muy bien para donde iba y cuán fingido era. —¡Oh, ya veo! Bueno, ahora ya lo sabes. Siento mucho tener que decir que mis planes son muy aburridos para una jovencita como tú..— reconoció a la vez que encendía un cigarro y miraba la pantalla de la computadora con desmesurado desgano. Era sábado y la noche se encontraba en ese punto justo que solo tenían las noches veraniegas. Si por él fuera, mandaría al c4rajo todas sus obligaciones por esa noche. Si por él fuera, tomaría las llaves de su auto y se iría sin rumbo fijo por los bares y antros del centro. Si por él fuera... «¡Break Point, Baby!» Estalló en su mente, recordando lo que era ese estado mental en donde la música del ambiente retumbaba en los oídos y el alcohol junto con otras sustancias más nocivas, nublaba la mente, dando el punto específico en el que no importaba absolutamente nada más que el presente. Break Point ¿Cuándo había sido la última vez que había sentido esa locura? ¡Ya no tenía sentido recordarlo con exactitud! Pues, habían pasado tantos años que, para él, era un sueño. —¿Y tú?¿Qué tienes en mente hacer esta noche? — le preguntó jugando con la silla giratoria de su improvisada oficina. No sabía porqué insistía en seguirle el juego. Simplemente lo hacía. Quizás, solo era por el simple hecho de no tener la más perra gana de seguir con su trabajo. O, tal vez, era porque no quería dejar de escuchar esa dulce vocecita de niña que tenía esa mujer que lo seducía con tanta facilidad. Bufó el humo, viendo como este se elevaba en pequeños espirales hacia el techo de su apartamento. —Nada... Pensaba ir a una fiesta que me invitó una amiga...— escuchó que ella reconocía haciendo una pausa para luego agregar con un tono que delataba muy bien cuánta expectación tenía a sus respuestas —... Y ... Como la j0da es más o menos de tu palo... Además que yo no quiero ir sola... Eh... Pero no importa, che. No te hagas drama, estás ocupado así que te descarto de una y no te molesto. «¡Cuanta desesperación por escuchar un sí de mi parte observo en eso, baby! Casi me dan ganas de decírtelo...» Reconoció Hans. Por un momento, a ella le traicionó el tono de voz y dejó muy expuesto su deseo de que él aceptara de una buena vez. Se preguntó si quizás, ella, en realidad lo decía por no querer ir sola a esa fiesta. Se la oía muy desesperada como para creer que solo era por la deuda. —¿Más o menos por qué hora es la fiesta esa?— dijo él, antes de darse cuenta de que lo hacía, para luego agregar, intentando rectificar lo dicho y dejar muy en claro lo que decía — ¡Oye, oye! Con esto no estoy diciendo que vaya... La verdad es que... No te puedo prometer nada. Pero... Ganas no me faltan para ir. Creeme. Lo estaba convenciendo, no quería reconocerlo, pero lo estaba convenciendo de aceptar y con demasiada facilidad. Tanta, que lo asustaba un poco al pensar en los posibles resultados que obtendrían esa noche. Ocurría ser que, para Hans, no era opción de dejarse llevar así como así. Pues, para Hans, una vez dejado de lado ese pequeño autodominio, todo podría derrumbarse. En especial, si el contexto era una noche como aquella, que prometía excesos y... «¡Break Point, Drugo mío! ¡Break Point! ¿Y ahora que pasa?¿Eh? !ja, ja, ja!» Escuchó en su mente la vieja voz de un amigo que comenzaba a despertar eufórico saltando como un loco por toda aquella celda llamada subconsciente en la que lo había encerrado. Ese viejo amigo que más le valdría quedarse allí. «¡Ah, no, Mal chico! ¡Ni de coña, Breaks! ¡Tú te quedas allí, que no quiero problemas por tu culpa!» Le dijo a su mente a la vez que le mostraba a la nada como su mano se cerraba en un puño y su dedo mayor se levantaba grosero. No, realmente no, esa idea de salir no era para él. Ya no era opción. Miró la pantalla de su computadora, las planillas seguían vacías y a la espera de ser completadas. Parecía como si estas le estuvieran recordando con crueldad que, ya no era un "Mal chico", un mocoso insolente con ínfulas de Anti Sistema que jugaba a ser un Punk de cabello pintado en azul o rosado. Sino que, ahora él un adulto y estaba demasiado ocupado para ese tipo de cosas. Él tenía demasiado trabajo por hacer, pues el Break Point no pagaba las cuentas de la tarjeta. Al contrario, el Break Point, generaba más deudas en esta. —Vale, Break... Yo te aviso...— habló al teléfono celular que tenía en su mano haciendo una pausa para escucharla exclamar una queja—... Ja, ja, ja ¿Eso crees? ¡Como se nota que no me conoces muy bien todavía, niña! Ya te lo dije antes, tengo demasiadas observaciones en estos temas. Una de ellas es justamente eso: Si yo digo que aviso, es que lo haré. Única excepción: Que esté muerto... Pero, todavía no ha ocurrido eso. Ja, ja, ja... En serio, Break, luego te aviso... ¿a las nueve te parece que te vuelva a llamar? ¡Vale, pues!¡Me despido, entonces! Tengo que seguir lidiando con estos informes de m13rda que se resisten a llenarse solos... Escuchó la voz de ella que reía con esa actitud desenfadada que tanto le comenzaba a gustar. Escuchó como ella se despedía para luego cortar la llamada. De vuelta a su aburrida realidad de adulto habilitado, miró la pantalla con la vana esperanza de que esas condenadas planillas se llenasen solas. «¡Oh vamos, chelobeko starrio! ¡Por el buen Bogo! ¿Qué mal nos hará salir una vez? ¡Además!¡Mira lo que tienes a tu disposición! Esa dulce debodcha tan bonita que no deja de buscarte ¿Cuándo haz dicho tú que no a una muchacha así?¡Dale el gusto y sácate las ganas! Ya después, te alejas como siempre lo haces ¿Qué más da?¿Eh?» Insistió esa voz en su mente que jamás se callaba. Hans rodó los ojos sopesando tomarse aquellas pastillas para obligarla a dejarlo en paz. Pero, descartó esa opción, pues bien sabía que no era conveniente hacerlo en ese momento. Esas pastillas eran solo para casos de emergencia, ya que lo dejaban completamente inútil y él tenía demasiado trabajo por hacer como para darse el lujo de tomarlas por esa nimiedad. Además, debía reconocer que muy equivocada no estaba esa maldita vocecita. Pues, desde hacía tiempo que las relaciones amorosas eran así para él. Ellas demandaban, él les daba lo que pedían y, al finalizar el encuentro, no volvían a saber nada más de su existencia. «Ayer te vi, rojo sangre en mis sueños... Y no queda nada sagrado, que me divierta ya...» Escuchó como esa maldita voz le recordaba los procedimientos habituales, disfrazando su insistencia con esa canción. Podría hacerlo ¿Qué mal hacia con eso? Si, era más que seguro que, cuando ella conociera su verdadera personalidad, preferiría alejarse de él. Como todo el mundo lo hacía. Pero¿Él quería que eso ocurriera? No, lo cierto era que no tenía en mente ese desenlace. Lo cierto era que esa sonrisa que tanto deseaba probar, quería que le durase un poco más. Ignorando las insistencias de su maldita mente, se estiró en frente de la computadora. Miró la hora marcada en la pantalla, no eran más de las siete de la tarde, todavía le quedaba un par de horas más para volver a llamarla. Amaba esas llamadas. Las esperaba con ansias y disfrutaba de todos los temas que pudieran llegar a hablar en esas horas que parecían no tener fin. «Pero, ella no se conforma con eso... Ella quiere más... » Reconoció pensativo. Ella demandaba. Demandaba lo mismo que él ¿Qué mal le haría darle un poco de eso que tanto le pedía?¿Qué mal le haría probar su suerte y ver qué tanto lo podría soportar aquella noche? ¿Qué mal le haría...? «Break ¿Dirección y hora en la que quieres que te pase a buscar? ¡Me urge un j0dido hijuepvta BREAK POINT! y unas cervezas hasta caer desmayado...» Decía en la pantalla de su celular escrito por él mismo. Aunque él ya no tenía el teléfono en la mano y mucho menos se encontraba cerca para responder al mensaje que acababa de llegar en respuesta. En ese momento, él se encontraba encontraba en el cuarto de baño, arrancándose la ropa lo más deprisa que pudiera para meterse a la ducha y comenzar con los preparativos para esa noche.
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