Así fue cómo tras dos años, seguía trabajando para ellos. La banda StillHigh me hizo una de ellos y cómo prueba de mi fidelidad, su símbolo adornaba la piel del interior de mi muñeca. Lancé la colilla del cigarrillo al suelo y limpié la mancha de pintura de mi rostro sin mucho cuidado. Estaba agotada, mi espalda dolía pero valía la pena porque me gustaba mi trabajo. Los chicos iban a muchos shows de autos y usualmente los míos eran los ganadores. Ahora el gran taller del abuelo no sólo se encargaba de motocicletas, sino también de otro tipo de vehículos y muy a mi pesar debí remodelar la casa para aprovechar el espacio. Terminé mudándome a un edificio algo viejo pero no descuidado con dos habitaciones en las que había instalado lo poco que tenía y las cosas que salvé de la casa de mis ab