Así fue como durante una hora y cincuenta minutos me mantuve en carretera con Aslan como copiloto y fueron las cuatro horas más largas de mi vida. Pesaba más él, sobre mí, casi asfixiándome, que la mochila con ropa que tenía sobre mi pecho para más comodidad. -¿Te quieres calmar? Es por ahí- blanqueé los ojos. -¿Por qué manejas así?¿Te quieres estrellar o qué?- reventé en risas y me detuve como el semáforo señalaba. -¿De qué sirve andar en moto si voy a ir a veinte?- me burlé y me miró mal. -Vista al frente- me regañó y me reí negando con la cabeza. El lugar donde se desarrollaba el congreso de tatuadores era un hotel muy amplio, con una vista hermosa y, juzgando por la cantidad de motocicletas y autos extravagantes fuera, diría que muchos de ellos habían llegado. -Hubiera preferid