Cuando cumplí los dieciocho años era una persona completamente distinta. ¡Naj! No es cierto, era la misma hija de perra, sólo que con más confianza y seguridad, con más egocentrismo y con una hermosa motocicleta de carreras con cauchos todo terreno y un motor que causaba envidia a quien quiera que lo oía rugir. Sí, todo había seguido igual, en otros aspectos. Aunque ahora el taller del abuelo contaba con nuevos empleados. Él y yo no podíamos encargarnos de todo y había descubierto mi amor por el arte del aerógrafo por lo que únicamente me encargaba de pintar mientras los demás hacían su parte. en total cinco personas más nosotros dos incrementaban las finanzas del viejo taller que había sido reparado y condicionado debido a la demanda en clientela que tuvimos, nos volvimos buenos y la f