Tessa salió apresuradamente del departamento, sintiendo por un momento que el aire le faltaba, como si estuviera siendo asfixiada.
Solo cuando estuvo completamente fuera, pudo sentir el alivio del aire fresco llenando sus pulmones nuevamente.
—Jack Clerk está loco —murmuró, volviéndose para mirar el edificio una última vez.
El chofer apareció de inmediato, abriendo la puerta del coche con rapidez.
Sin pensarlo dos veces, Tessa subió al vehículo. Solo deseaba desaparecer lo más pronto posible, escapar de un lugar que no hacía más que llenarla de nervios.
A la mañana siguiente, Tessa se despertó temprano. Después de su ducha habitual, se dirigió al comedor para un desayuno ligero.
—Buenos días, Antoni —saludó a su padre, que ya estaba sentado a la mesa.
Mientras se servía una taza de café, levantó lentamente la mirada, y su sorpresa fue mayúscula.
—¿Qué haces aquí? —preguntó, sin poder ocultar su asombro.
—Vino a cuadrar los detalles de la boda. ¿No es maravilloso, Tessa? —respondió su padre, irradiando felicidad.
Jack, hasta entonces en silencio, observaba cada una de las reacciones de Tessa, como si quisiera conocerla más a fondo a través de sus gestos.
—¿Detalles de la boda? —repitió ella, sintiendo un nudo en la garganta.
—Sí, los dejaré solos —dijo Antoni. Se levantó de la silla con su taza de café y se marchó, dejando a Tessa y Jack a solas.
Tessa también se levantó, sintiéndose incapaz de quedarse quieta.
En silencio, comenzó a caminar hacia el jardín. Jack no tardó en seguirla, y pronto ambos estaban al aire libre.
—Pensé que después de lo de anoche no querrías saber nada de una boda conmigo —dijo Tessa, un tanto confusa.
—Al menos ahora sé que estaré con una mentirosa, y sé de quién debo cuidarme. Así que, por supuesto, la boda sigue en pie —respondió Jack con seriedad.
Jack se paró frente a Tessa, sus ojos fijos en los de ella, mientras daba un paso más hacia adelante.
La tensión entre ambos era más que notoria, y el silencio que los rodeaba solo hacía que el momento se sintiera aún más intenso.
—Tessa… —murmuró Jack, con una voz apenas audible.
Se inclinó ligeramente hacia ella, acercándose cada vez más, hasta que sus labios estuvieron a solo centímetros de los de Tessa.
Atrapada en la intensidad del momento, Tessa sintió que su corazón latía tan fuerte que temía que pudiera oírse en todo el jardín.
La cercanía de Jack la hizo estremecerse, y justo cuando parecía que él la besaría, una voz interrumpió el momento.
—¡Tessa! —la voz de Jeison resonó, cargada de sorpresa y confusión.
Tessa se apartó de Jack de inmediato, dando un paso atrás, sus ojos dirigiéndose hacia Jeison.
Allí, Jeison la observaba, con una expresión incrédula al ver a Tessa tan cerca de otro hombre.
La escena ante sus ojos era completamente inesperada, y la incomodidad en el aire se volvió palpable.
—Jeison… —balbuceó Tessa, sin saber cómo explicar lo que acababa de suceder.
Jack, por su parte, mantuvo su postura relajada, aunque sus ojos no se apartaron de Jeison, observándolo con mucha curiosidad.
—Tengo que irme, Tessa. ¿Podrías ir a la oficina hoy por la tarde? —preguntó Jack con un tono despreocupado.
—Sí —respondió Tessa, casi por reflejo.
Jack se marchó sin mirar atrás, habiendo notado la tensión en el ambiente y, finalmente, habiendo conocido al hombre que había confesado que amaba a Tessa.
—¿Qué haces aquí, Jeison? —preguntó Tessa, intentando ocultar sus nervios.
—No puedo vivir sin ti, Tessa. Me ahogo sin ti, estoy demasiado confundido. Sé que dije que no volvería, pero no puedo mantenerme alejado —dijo Jeison con tristeza.
Tessa respiró hondo, intentando contener las lágrimas que amenazaban con caer.
—Por favor, Jeison, ya vete y no vuelvas. Es lo que te pido, no nos hagamos más daño —le dijo con firmeza.
Tessa entró en la casa, dirigiéndose a su habitación. Una vez que la puerta se cerró tras ella, las lágrimas empezaron a correr por su rostro.
—Mi vida es un completo desastre. Tengo que dejar ir a Jeison, pero no tengo el valor para decirle la razón —se repetía a sí misma, desesperada.
Cuando cayó la tarde, Tessa llegó a la empresa de Jack en un día que parecía más gris de lo habitual, reflejando a la perfección el torbellino de emociones que la dominaba.
Se detuvo frente a la entrada principal, tomando una bocanada de aire para calmar sus nervios antes de cruzar las puertas de cristal.
Al entrar, fue recibida por la elegante secretaria de Jack, quien, con una sonrisa profesional, la guió hasta el ascensor.
—El señor Clerk la está esperando —dijo la secretaria mientras abría la puerta de la oficina, permitiéndole pasar.
Tessa entró, y allí estaba Jack, sentado tras su escritorio, emanando esa seguridad y autoridad que siempre lo caracterizaban.
Al verla, Jack se levantó de su silla, su mirada intensa fija en la de ella.
—Tessa, ¿pudiste resolver la situación con tu novio? —preguntó Jack, sin rodeos, con un tono lleno de un interés que no logró disimular del todo.
Tessa sintió una punzada en el pecho al escuchar la pregunta, pero no permitió que su incomodidad se reflejara en su rostro.
—Eso no es de tu incumbencia, Jack —respondió, manteniendo la cabeza en alto, su voz firme, aunque por dentro luchaba por mantener la calma.
Jack la observó con una mezcla de admiración y diversión.
Le encantaba esa fuerza en ella, esa capacidad de plantarse frente a él sin titubear.
—Esa es una de las cosas que más me gustan de ti, Tessa. Tu carácter fuerte —dijo Jack, mientras una sonrisa apenas perceptible asomaba en sus labios.
Antes de que ella pudiera replicar, Jack continuó, su tono se empezó a volver más serio.
—En dos días, es decir, el sábado, se llevará a cabo la boda —dijo directamente.
Tessa sintió como su corazón palpitaba tan rápido y fuerte que temía que el sonido retumbara en toda la oficina.