Sarcasmos.

1152 Words
Cuando la puerta se abrió, Tessa entró tímidamente al departamento, observando con atención cada detalle a su alrededor. El lugar estaba elegantemente decorado, pero carecía de personalidad; solo los muebles esenciales, y nada más. Era un espacio frío, desprovisto de vida, casi como si nadie realmente viviera allí. —¿Por qué no hay fotos? Ni siquiera una de él mismo… —murmuró para sí misma, intrigada por la falta de cualquier rastro personal. Tessa permaneció inmóvil en el pasillo del lujoso departamento de Jack, sus ojos recorriendo cada rincón, buscando algo que pudiera darle una pista sobre el hombre que estaba a punto de casarse con ella. Pero no encontró nada, solo la impersonalidad de un lugar que parecía más una vitrina que un hogar. De repente, Jack apareció en el umbral de una de las habitaciones. Su figura masculina, destacada por la tenue luz del amanecer que se filtraba a través de las ventanas, se reveló ante ella. Estaba solo en bóxers, completamente despreocupado por su semidesnudez. Sus músculos definidos y la seguridad con la que se movía contrastaban con la calma casi calculada que intentaba proyectar. El tatuaje que cubría la mitad de su brazo le daba un aire aún más imponente, como si fuera un guerrero moderno. Tessa, al verlo, sintió un calor subir por su cuello, y con un movimiento rápido, se volteó para mirar al suelo, incapaz de enfrentar la escena sin ruborizarse. —¡Lo siento! —exclamó, su voz temblando de incomodidad. Jack soltó una risa suave, claramente disfrutando de la reacción de Tessa. —No te preocupes, Tessa —respondió con voz relajada, mientras se dirigía al armario para tomar una camiseta—. No hay nada que no hayas visto antes… aunque parece que te gusta fingir lo contrario. Tessa permaneció de espaldas, luchando por controlar el rubor que le encendía las mejillas. Había una mezcla de vergüenza y algo más, algo que no se atrevía a reconocer. No podía negar el efecto que Jack tenía en ella, aunque odiara admitirlo. —¿Podrías… vestirte, por favor? —pidió suavemente, aún evitando mirarlo. Jack, complacido por su solicitud, se acercó a ella ya con la camiseta puesta y los pantalones en mano. —Listo. Puedes darte la vuelta ahora, Tessa —dijo con un tono que mezclaba humor y un toque de burla. Ella giró lentamente, aún nerviosa por lo que acababa de presenciar. Sus ojos se encontraron, y por un breve momento, la tensión que flotaba en el aire pareció disiparse. —Gracias —murmuró Tessa, intentando recuperar la compostura. Jack la miró con una expresión que oscilaba entre la diversión y la curiosidad. Sabía que detrás de esa fachada tímida había mucho más de lo que Tessa le permitía mostrar. —Dijiste que si venía, me creerías. Estoy aquí. ¿Puedo irme ahora? —preguntó avergonzada, sin poder sostener su mirada por mucho tiempo. Jack esbozó una leve sonrisa mientras se servía una copa de whisky, plantándose frente a ella con una calma desquiciante. —Tessa, ¿sabes lo que debes hacer para demostrarme que aún eres…? Ya sabes… —dijo en un tono burlón, dejando la frase en el aire. —No entiendo lo que dices, Jack. Vine porque… —empezó a responder, pero fue interrumpida. Tessa sintió cómo el calor volvía a subir por su cuerpo. Sus mejillas aún ardían tras haberlo visto en bóxers, pero antes de que pudiera decir algo más, Jack se acercó un poco más, con una sonrisa divertida en los labios. —Tessa, ¿por qué tanta timidez? —preguntó con una risa suave—. No me digas que nunca has visto a un hombre en ropa interior. Tessa, cada vez más incómoda, intentó responder, pero las palabras se le atoraron en la garganta. Antes de que pudiera articular una sola frase, Jack acortó la distancia entre ellos, y con un gesto rápido, puso suavemente sus dedos sobre sus labios. —Shhh —susurró, acercándose lo suficiente como para que ella sintiera el calor de su cuerpo—. No digas nada. Déjame adivinar… ¿Sigues diciendo que eres virgen, Tessa? Los ojos de Tessa se abrieron de par en par, y un nerviosismo palpable la invadió. Intentó apartarse, pero Jack no le dio tiempo. —¡No seas ridículo! —protestó, aunque su voz sonaba más frágil de lo que pretendía. Jack la observó con esa mezcla de burla y curiosidad que tanto la exasperaba. Una risa suave escapó de sus labios mientras la miraba con incredulidad. —No puedo creerlo —dijo, sacudiendo la cabeza como si no pudiera contener la diversión—. A estas alturas, y sigues siendo virgen. Esto es algo que no esperaba. Tessa, ruborizada y completamente desconcertada, intentó encontrar las palabras adecuadas para defenderse, pero nada parecía salir bien. —¡Eso no es asunto tuyo! —logró decir finalmente, aunque su tono no era tan firme como deseaba—. Pero quiero que sepas que no estoy embarazada. Jack no pudo contener la risa que le brotó del pecho, una risa cálida y contagiosa que hizo que Tessa sintiera un nudo en el estómago. —Eres toda una sorpresa, Tessa. Una mujer como tú, tan segura, tan decidida, y resulta que… —hizo una pausa dramática, inclinándose un poco más hacia ella, su aliento rozando la mejilla de Tessa—. Eres más inocente de lo que aparentas, o simplemente sabes actuar bien. Seguro que tu padre te enseñó el arte de mentir… La proximidad de Jack, junto con su tono juguetón, hizo que Tessa se sintiera aún más nerviosa. Podía sentir cómo sus rodillas amenazaban con traicionarla una vez más. Intentó desviar la conversación, pero su mente estaba tan nublada por la presencia de Jack que no pudo encontrar una salida rápida. —Jack, no juegues conmigo. Si no quieres casarte, está bien. Buscaré otra forma de ayudar a mi padre —dijo finalmente, intentando sonar más firme, aunque la inseguridad seguía presente en su voz. Jack sonrió, satisfecho con su pequeño triunfo. Sabía que la había puesto nerviosa, y no pudo evitar disfrutar del momento. —No me estoy burlando de ti, Tessa… bueno, tal vez un poco —dijo, retrocediendo finalmente para darle espacio—. Pero es que, en serio, me sorprendes. Tessa lo miró con una mezcla de frustración y algo más que no podía definir. Había algo en la manera en que Jack jugaba con ella que la desarmaba por completo, y no sabía cómo lidiar con ello. —Bueno, basta de bromas por hoy —dijo Jack, con una última sonrisa antes de girarse para salir de la habitación—. Pero ten cuidado, Tessa. A veces, la inocencia puede ser peligrosa en el lugar equivocado. Jack abrió la puerta y le indicó que podía salir, dejando que sus palabras perturbadoras resonaran en la mente de Tessa.
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