No solo uno, serán varios.

1174 Words
La mañana siguiente, Tessa despertó lentamente, sintiendo una punzada de dolor en la cabeza. A medida que la luz del amanecer se filtraba tenuemente a través de las cortinas blancas y moradas, se dio cuenta de un peso sobre su pecho. Al abrir los ojos, su respiración se detuvo al ver a Jack durmiendo a su lado, su torso desnudo parcialmente cubierto por las sábanas. El pánico la invadió cuando miró su propio cuerpo y se dio cuenta de que estaba completamente desnuda. —¿Qué me hiciste, Jack? —gritó con desesperación, su voz rompiendo el silencio de la mañana. Jack despertó, algo aturdido por el grito de Tessa. La observó sin decir una palabra, manteniendo una expresión tranquila mientras se incorporaba en la cama. —Te pregunté qué me hiciste —repitió Tessa, esta vez con una mezcla de furia y confusión mientras se envolvía rápidamente en las sábanas. Al hacerlo, dejó al descubierto el cuerpo de Jack, que solo llevaba ropa interior. La sorpresa la dejó momentáneamente sin palabras. —¿De qué hablas, Tessa? —preguntó Jack, ahora más despierto, mientras se levantaba. —Te aprovechaste de mí. Estaba borracha y te tomaste la libertad de hacer lo que quisieras conmigo —respondió ella, angustiada, incapaz de controlar el temblor en su voz. Jack se acercó unos pasos, una leve sonrisa burlona asomándose en sus labios. —No sé de qué te quejas, Tessa. Anoche lo disfrutaste bastante. Me besaste, me acariciaste… ¿y ahora gritas? —dijo, sus palabras calculadas para desestabilizarla aún más. —Eso no puede ser cierto. Jamás me entregaría a un hombre que no amo, y que jamás amaré —le gritó, llena de furia. Jack mantuvo su calma, dando un paso más cerca de ella. —Tessa, yo no fui el que se emborrachó anoche. Así que calma, ahora eres mía —murmuró, acercándose lo suficiente para que ella sintiera el calor de su cuerpo. Tessa no supo qué responder. Tenía razón, fue ella quien se había dejado llevar por el alcohol. Jack hizo una pausa, como si estuviera a punto de dejarla en paz, pero luego, sin previo aviso, se inclinó hacia ella y le robó un beso. Sus labios se encontraron en un acto rápido e inesperado, un beso que Tessa no correspondió. El tiempo pareció detenerse para Tessa, sus instintos la impulsaron a apartarse bruscamente, empujando a Jack lejos de ella. —No vuelvas a hacer eso —le advirtió, con la voz temblorosa, mientras se limpiaba los labios, evidentemente incómoda. Jack no se movió, en sus ojos brillaba una satisfacción peligrosa. Con un nudo en la garganta, Tessa se giró y corrió hacia el baño, cerrando la puerta tras ella. Abrió la ducha y dejó que el agua cayera sobre su piel, esperando que el flujo constante ahogara las lágrimas que ya no podía contener. —¿Por qué hice eso? No debí tomar esa botella de vino —se dijo a sí misma, el arrepentimiento retumbando en su pecho. Después de lo que pareció una eternidad, Tessa se vistió. Optó por una falda fina hasta la rodilla, una blusa blanca impecable y un saco a juego. Sabía que ese sería su primer día de trabajo en la empresa de Jack. Al salir del vestidor, notó que Jack ya no estaba en la habitación. Aprovechó la oportunidad para bajar rápidamente al comedor, evitando cualquier posible encuentro. —Buenos días —dijo Tessa con una sonrisa que intentaba ser natural. —¡Buenos días, querida! —respondió Enriqueta, la madre de Jack, mientras tomaba su café matutino. Justo en ese momento, Jack y Lourdes entraron al comedor. —Buenos días, familia —dijo Lourdes con entusiasmo. Jack se acercó a Tessa y le dio un beso rápido en los labios, todo por mantener las apariencias. Tessa sintió un escalofrío recorrer su espalda. —Hoy salgo del país por un tiempo. La casa quedará casi solo para ustedes dos, ya que Lourdes se queda en esta ocasión —anunció Enriqueta con una sonrisa astuta. Tessa sintió que el pánico comenzaba a crecer dentro de ella. La idea de quedarse a solas con Jack en la mansión la aterraba. —Le deseo un buen viaje, señora Clerk —dijo Tessa, esforzándose por mantener la calma. —Madre, que tengas un buen viaje. Ahora mi esposa y yo nos retiramos a la empresa —dijo Jack con seriedad. Tessa se levantó casi corriendo y fue detrás de él. Al llegar al coche, el chofer ya los esperaba. Jack abrió la puerta con cortesía, y Tessa entró, sintiéndose cada vez más fuera de lugar en su nueva vida. Al llegar a la oficina, Jack tomó la mano de Tessa, lo que causó asombro entre los empleados que los veían entrar. No podían creer que Jack, su jefe siempre reservado, llegara de la mano de una mujer. Una vez en la oficina, Tessa soltó la mano de Jack tan pronto como la puerta se cerró tras ellos. —No creas que tienes derecho sobre mí solo porque dormimos juntos —dijo, aún sintiendo la vergüenza de su mala decisión. —Ja. Pues resulta que ahora eres mi mujer. Anoche te entregaste a mí, y fue por decisión propia —respondió Jack con un tono burlón. Tessa tomó asiento, estaba luchando por mantener la calma. —Por favor, olvidemos lo que pasó. No volverá a suceder —dijo, avergonzada—. Hablemos de trabajo. Jack tomó asiento frente a su escritorio, encendió su computadora y comenzó a firmar algunos documentos en silencio. —Solo puedo ofrecerte que lleves mi agenda de trabajo. Tengo muchas reuniones durante el día y alguien como tú sería ideal para organizar todo —dijo finalmente. —Pero ya tienes una secretaria que hace todo eso. No estarás pensando en despedirla por mí, ¿verdad? —preguntó Tessa, con preocupación. —La puedo reubicar por ti. No te preocupes, no se quedará sin trabajo. Tessa se levantó, tomó su bolso y se lo colgó al hombro. —No acepto el puesto. No sería justo para tu secretaria que yo tomara su lugar. Te agradezco, pero no —dijo mientras se dirigía a la puerta. —Tessa, deberías concentrarte en solo ser mi esposa —dijo Jack antes de que ella pudiera abrir la puerta—. Podríamos tener un hijo, ¿sabes? Tessa se volvió hacia él, furiosa. Era un tema que ya habían discutido antes. —En nuestro contrato no estipula que te daré un hijo, y fui muy clara con eso, Jack. No te daré un hijo —respondió con un tono firme. Jack sonrió, pero esta vez no era una sonrisa de burla, sino de satisfacción. Tessa no era la típica mujer que se quedaba callada ante él. —Tessa, no me darás solo un hijo. Cuando me ames, me darás varios —dijo en tono jocoso. Tessa sintió una oleada de impotencia, frustrada por el constante coqueteo y el tono burlón de Jack, que parecía disfrutar jugando con ella.
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