Tessa salió de la empresa y se acercó al chofer que aún la esperaba fuera. Con una voz suave, le pidió que la llevara a la pequeña mansión que su padre todavía conservaba. Mientras el auto avanzaba por las calles conocidas, su mente se llenó de recuerdos y de un tormento constante. ¿Cómo había sido capaz de entregarse a Jack cuando ni siquiera lo había hecho con Jeison? La culpa y la confusión la asfixiaban. El murmullo del motor y el paisaje que pasaba inadvertido eran su único acompañamiento hasta que la voz del chofer rompió el hechizo de sus pensamientos. —Señora Clerk, hemos llegado —anunció con respeto. Tessa asintió, pero el título “Señora Clerk” resonaba en sus oídos, como si fuera una sentencia ineludible. Bajó del auto y entró en la pequeña mansión, sumida en un silencio