Cuando cayó la noche, Tessa seguía acostada en la cama, cumpliendo al pie de la letra las indicaciones del doctor. Sin que ella lo esperara, la puerta de la habitación se abrió y alguien entró, arrancándole una sonrisa. —¡Buenas noches! —dijo Maura al entrar. —Qué bueno verte, me hace feliz que estés aquí —respondió Tessa, emocionada. Maura abrazó a Tessa y se sentó a su lado en el borde de la cama, su rostro reflejaba preocupación. —¿Cómo ocurrió esto?, pudo haber sido peor Tessa —preguntó, intentando comprender. —Fui a casa de mi padre, lo encontré en lo mismo de siempre... Me sentí decepcionada y, al intentar salir rápidamente, tropecé con un objeto y caí al suelo. No pude levantarme, y mi propio padre, que estaba en casa, no escuchó mis gritos de auxilio —respondió Tessa con gran