Dos rosas.

1004 Words
Cuando cayó la noche, Tessa seguía acostada en la cama, cumpliendo al pie de la letra las indicaciones del doctor. Sin que ella lo esperara, la puerta de la habitación se abrió y alguien entró, arrancándole una sonrisa. —¡Buenas noches! —dijo Maura al entrar. —Qué bueno verte, me hace feliz que estés aquí —respondió Tessa, emocionada. Maura abrazó a Tessa y se sentó a su lado en el borde de la cama, su rostro reflejaba preocupación. —¿Cómo ocurrió esto?, pudo haber sido peor Tessa —preguntó, intentando comprender. —Fui a casa de mi padre, lo encontré en lo mismo de siempre... Me sentí decepcionada y, al intentar salir rápidamente, tropecé con un objeto y caí al suelo. No pude levantarme, y mi propio padre, que estaba en casa, no escuchó mis gritos de auxilio —respondió Tessa con gran tristeza. Maura tomó la mano de Tessa, sintiendo el dolor que su amiga estaba atravesando. —Lo bueno es que tu esposo fue por ti —dijo, esbozando una sonrisa. Tessa no pudo evitar sonreír, pero al darse cuenta del gesto, su rostro volvió a endurecerse. —Se portó muy bien conmigo, no puedo negarlo, pero sigue siendo un tonto que dice amarme —respondió con un toque de enojo. Antes de que Maura pudiera contestar, la puerta de la habitación se abrió nuevamente, y Jack entró cerrándola tras él. En sus manos llevaba dos rosas rojas. Caminó hasta la cama con una sonrisa en el rostro. —Te he traído una flor. Dicen que su aroma alivia los dolores, o al menos eso me dijo la florista —dijo, entregándole la rosa a Tessa. —Gracias, no tenías que molestarte —respondió ella, tomando la flor con dudas. —También traje una flor para tu amiga, Maura —añadió Jack, extendiendo la segunda rosa. Maura, sorprendida, tomó la flor con asombro y un poco de confusión. —¿Cómo sabes mi nombre? —preguntó Maura, con curiosidad. —Sé quién entra y quién sale de esta casa, pero no te preocupes, seguramente Tessa lo mencionó en algún momento —respondió Jack, tranquilizándola. Maura sonrió, se levantó de la cama, tomó su bolso, dio un beso en la frente de Tessa y se despidió. Tan pronto como la puerta se cerró tras Maura, Tessa hizo algo que Jack no esperaba. Tomó la rosa roja, la deshojó completamente y le lanzó los pétalos a Jack, que cayeron a su alrededor. —¿Crees que me vas a comprar con una rosa? —preguntó, visiblemente alterada. Jack, con las manos en los bolsillos, no se movió. Observaba cuidadosamente la acción de Tessa. —Parece que necesitas algo más que una rosa. Dejas claro que el dinero te mueve, Tessa —respondió con dureza. Tessa lo miró fijamente, sabiendo que ella misma había provocado esa percepción en él. —Jack, no importa lo que pienses de mí. En un año y medio nos separaremos, y todo esto habrá sido un maldito mal sueño —le dijo con furia. Jack se sentó en el borde de la cama, tomó un mechón de cabello de Tessa y lo colocó detrás de su oreja. —Antes de que termine nuestro contrato, vas a amarme. Me rogarás que no te deje —dijo con seguridad. El silencio se apoderó de la habitación. Jack no era tonto y aprovechó el momento para robarle un beso a Tessa, pero antes de que ella pudiera apartarse, él mismo se detuvo. Llena de impotencia, Tessa agarró unas pequeñas almohadas y comenzó a lanzárselas, logrando que Jack se marchara de la habitación. —¡Está loco! Jamás podría enamorarme de nadie. Solo deseo que este tiempo pase rápido para poder recuperar mi libertad —se dijo a sí misma, confiando en que el tiempo aliviaría su tormento. Pasaron quince días en los que Tessa solo se movía entre la cama y el baño. Había llegado el momento de volver al doctor. Después del desayuno, Jack entró en la habitación. Vestía un traje elegante color n***o. —¿Estás lista? —preguntó mientras se ajustaba la corbata. —¿Lista?. No iré contigo al doctor, basta con que el chofer me lleve —respondió Tessa, a la defensiva. Jack ignoró sus palabras por completo. Se acercó al sofá donde ella estaba sentada y la tomó en sus brazos. Tessa intentó zafarse, pero Jack la tenía completamente dominada. La llevó al coche, que él mismo conducía esa mañana. Tessa no dejaba de mirarlo con una mezcla de odio y descontrol. —¿Por qué tienes que ser tan brusco? —preguntó, enojada. —¿Brusco? Tú eres la que te resistes, Tessa —respondió riendo. Tessa se calmó, sabiendo que discutir con Jack sería una pérdida de tiempo. Ya estaba entendiendo cómo se tomaba las cosas. Al llegar al hospital, Jack la sostuvo una vez más entre sus brazos y la llevó hasta una camilla. Luego, recibió una llamada y decidió dejarla sola con el doctor. Jack estaba en la sala de espera, hablando por más de veinte minutos por el móvil, y justo cuando colgó, Tessa apareció caminando detrás de él. —Qué bueno que ya puedas caminar. Debo ir a la empresa, así que te dejaré en casa rápidamente —dijo con una expresión de preocupación. Para Tessa, era sorprendente ver su cara de seriedad, lo que no pudo evitar despertarle cierta intriga sobre lo que estaba pasando. —Si tienes tanta prisa, puedo acompañarte a la empresa y cuando termines me llevas a casa —dijo con voz cortante, sin querer parecer demasiado amable con él. —¡Bien! —se limitó a responder. Salieron del hospital y, tan solo unos veinte minutos después, llegaron a la empresa. Jack tomó la mano de Tessa por las apariencias, pero a pesar de ello, su corazón le pertenecía a ella. Al entrar en su oficina, un rostro conocido esperaba en la silla que Jack solía ocupar detrás de su escritorio.
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