¿celos?

1039 Words
Cuando Jack cerró la puerta tras de ellos, soltó la mano de Tessa, algo inusual, pues siempre era él quien sostenía el contacto. Tessa frunció el ceño. Para cuando se dio cuenta, Jack ya había avanzado unos pasos más adelante, dejándola un tanto desconcertada. —¿Qué haces aquí? —preguntó Jack con seriedad, dirigiéndose a la mujer que se encontraba sentada en su oficina. —No puedo seguir viviendo lejos de ti. Aún no supero que hayas terminado conmigo —dijo aquella mujer, levantándose de la silla y acercándose a Jack. Jack giró su cabeza hacia Tessa, que permanecía parada cerca de la puerta, observando la escena. —Creo que este no es un buen momento. Por favor, vete —dijo Jack, señalando la puerta con un gesto severo—. No tienes nada que hacer aquí. La mujer no hizo caso y, en un impulso, abrazó a Jack con fuerza. —No puedo irme, Jack —insistió con un tono suplicante. Jack, con paciencia agotada, repitió su orden: —Rosa, es mejor que te marches. Inesperadamente, Tessa se acercó y, con un movimiento rápido, apartó a Rosa de su esposo. —¿No sabes escuchar? Te dijo que te fueras. No tienes nada que hacer aquí —dijo con firmeza, mirándola fijamente. Rosa soltó una sonrisa burlona, ignorando la advertencia de Tessa, y trató de volver a acercarse a Jack. Sin embargo, Tessa la detuvo nuevamente. —No te interpongas en mi camino. No sé quién seas, pero esto no te incumbe —dijo Rosa, ahora claramente molesta. Tessa sonrió con una seguridad triunfante. —Claro que me incumbe. Soy su esposa, y no tienes por qué estar abrazándolo. Así que será mejor que te marches ahora mismo —le respondió, su voz elevada con indignación. —¿Esposa? No te creo. ¿Es cierto, Jack? ¿Ella es tu esposa? —preguntó Rosa, dirigiendo su mirada inquisitiva a Jack. Jack se dejó caer en la silla tras su escritorio, asintiendo con la cabeza sin decir una palabra. —No te creo —insistió Rosa, cruzando los brazos—. Demuéstramelo —retó, mirando a Tessa. Harta de la situación, Tessa se acercó a Jack, lo miró por unos segundos, y sin pensarlo más, entrelazó su brazo tras su nuca y lo besó apasionadamente. Jack no dudó en corresponder el beso, cerrando los ojos mientras se dejaban llevar por el momento. Era un beso profundo, lleno de tensión y sentimiento. Rosa, cruzada de brazos, observaba sin sorpresa, pero finalmente cedió. —Ahora lo entiendes, ¿verdad? —preguntó Tessa, alejándose de Jack, con la respiración aún agitada. —Son unos tontos. Me largo de aquí —dijo Rosa con desdén antes de salir sin mirar atrás. Jack, notando que Rosa había dejado su bolso sobre una de las sillas, lo tomó. —Le entregaré su bolso. No quiero que sigas hablando con ella —dijo Jack con un tono sorprendentemente suave. Salió de la oficina, y su voz resonó en el pasillo. —¡Rosa! —gritó, alcanzándola. Ella se giró y lo recibió con una sonrisa. —Gracias por esto. Te debo una —dijo Jack manteniendo la calma. —No ha sido nada. Solo espero que tu esposa no lo tome muy personal —respondió Rosa, riéndose ligeramente. Unos minutos después, Jack regresó a la oficina. Tessa estaba de pie, mirando por la ventana. La vista desde lo alto del edificio era espectacular, y el silencio le permitía disfrutar del momento. Sin hacer ruido, Jack se acercó y la envolvió en sus brazos desde atrás, abrazándola sin previo aviso. —¿Qué haces? Suéltame, Jack —pidió Tessa, al darse cuenta de que no podía liberarse fácilmente. —Después de ese beso tan apasionado, no sé si podré dejarte ir —respondió Jack, cerrando los ojos como si aún estuviera saboreando el momento. Las mejillas de Tessa se ruborizaron, no solo por las palabras de Jack, sino porque sentía algo crecer dentro de los pantalones de él, una sensación que la hizo ponerse aún más nerviosa. Logró zafarse de su abrazo, aún alterada, y trató de recomponerse. —Solo lo hice para que esa mujer te dejara en paz. No creas que significa algo más. No me interesas, Jack —dijo rápidamente, intentando ocultar su nerviosismo. Jack soltó una carcajada ante sus palabras. Tomó suavemente su mano y la condujo hacia la puerta. Cuando abrió la puerta, la cerró de golpe y empujó a Tessa contra ella, acorralándola. —¿Qué haces, Jack? —preguntó ella, ahora confundida por la cercanía. —¿Estabas celosa? Por eso me defendiste, ¿verdad? —preguntó, sus labios peligrosamente cerca de los de ella. Tessa se rió nerviosamente, intentando mantener la calma. —Por supuesto que no. Te dije que no me interesas, Jack. No puedo estar celosa de ti —respondió, aunque su voz temblaba ligeramente. Jack acercó su cuerpo un poco más al de ella, hasta que sus labios casi se rozaban. Sus respiraciones se mezclaban, y el aire entre ambos se sentía cargado de tensión. Sin pensarlo más, Jack la besó de nuevo, esta vez más apasionadamente. —No me beses, Jack. No quiero que lo hagas —dijo Tessa, tratando de apartarlo. —No dejaré de besarte hasta que me ames. Y cuando me ames, te besaré el doble —le susurró en un tono que la hizo estremecerse. Jack finalmente se separó de ella, abrió la puerta y salió de la oficina con una sonrisa, como si hubiera ganado el mayor de los premios. Al llegar al auto, el silencio reinaba entre ellos. Tessa no se atrevía a mirarlo, sintiéndose avergonzada por lo sucedido. —¿Puedes llevarme a la tienda de mi amiga Maura? —pidió con voz suave. —Por supuesto. Pon la dirección en el GPS y te llevaré —respondió Jack con amabilidad. Veinte minutos después, Jack estacionó frente a la pequeña tienda exclusiva de Maura. —Volveré en un par de horas por ti —dijo, abriéndole la puerta del coche con cortesía. Tessa hizo un pequeño gesto con la garganta en señal de aprobación. Pero cuando dio algunos pasos, Jack la tomó del brazo, jalándola hacia él.
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