La mañana siguiente, cuando Tessa despertó, se sintió algo confundida. Se tocó la frente y recordó los eventos de la noche anterior. Se deslizó en la cama para sentarse, justo en el momento en que una enfermera entró. —Qué bien que despertaste, Tessa. Todo parece estar bien contigo —dijo la enfermera con amabilidad. —¡Gracias! ¿Ya me puedo ir? —preguntó con voz quebrada. La enfermera asintió y retiró el suero de la muñeca de Tessa. Tessa miró su vestido de novia sobre el sofá. Lo tomó y se dirigió al baño para cambiarse. La luz del sol, aún tenue, la obligó a cubrirse los ojos con la mano para evitar el deslumbramiento. Un taxi se detuvo frente a ella, y sin dudarlo, Tessa lo abordó. Estaba preocupada; Jack le había dado una hora para regresar a su mansión, y ya habían pasado much