Finalmente había llegado el sábado. Tessa se miraba en el espejo, sintiendo cómo el frío de la realidad la envolvía. No era la boda que había soñado. Su leve maquillaje no lograba disimular la tristeza que se reflejaba en su rostro. —Aún estás a tiempo de huir de esta boda, Tessa —dijo Maura mientras le entregaba un pequeño ramo de flores blancas. —Lo sé —respondió Tessa con un suspiro—, pero ya está decidido, no hay vuelta atrás. Sin decir más, Tessa bajó directamente al jardín de su casa, donde se llevaría a cabo la pequeña ceremonia. Se detuvo detrás de una columna, observando a algunos amigos de su padre y a otros desconocidos. Jack esperaba frente al juez civil, mirando el reloj una y otra vez, hasta que finalmente la vio. Tessa entró, radiante, con un ramo de flores en la man