Jetro no podía quedarse así, quería saber todo. Su mayor defecto era siempre querer saber todo sobre todo y esto era algo que él no lo podía evitar, iba más allá de sí mismo, en cuanto vio Isabella entrar en el hospital, estacionó su auto rápidamente y corrió dentro del hospital en busca de ella, quería hablar con ella y insistir una vez más en saber qué fue lo que pasó.
Es pequeña y algo inmadura. –eso pensó.
Después de todo se supone que Isabella era menor de edad, por lo que sería inmadura y muy pequeña para pensar bien o tomar las cosas de manera madura, se mentía a sí mismo sobre miles de respuestas e hipótesis sobre lo que habría pasado en su casa.
Tan pronto como entró en el ascensor y se dirigió al piso en el que la última vez la vio al llegar, en ese momento allí no había nadie, en recepción ni nadie que preguntar así, que solo pasó directamente a su habitación puesto que ya la conocía.
Al abrir la puerta una mujer en la cama, demacrada y sin cabello lo miró, apenas desde la cama con respiración lenta.
–¿Quién es usted? –preguntó haciendo un esfuerzo por levantarse, por lo que algo avergonzado Jetro cerró la puerta y corrió hacia ella, e impidió que se levantara.
–no, no se levante por favor, solo deme un minuto, necesito hablar con usted. –dijo y Tina volvió a la cama, pasaron muchas cosas por su cabeza, pero definitivamente no estaba preparada para lo que él tendría que decirle.
–¿Es acaso alguna especie de benefactor o algo así? –negó con la cabeza. –porque si es así.. –se apresuró a decir. –no lo quiero, agradezco que quiera ayudar, pero no acepto limosnas. –dijo girando su cabeza hacia la ventana, no quería verlo.
–soy... –pensó en hacerle su nombre, pero también pensó que tal vez podría ser uno de los tantos que estaba en contra de su familia. –Mi nombre es Jetro y vine aquí para hablar sobre su hija. –dijo e inmediatamente Tina volteó la mirada, y fingió estar aún peor de lo que ya estaba, lo que era bastante mal a decir verdad.
–no lo entiendo. –dijo fingiendo no saber, pero al hacerle un muy bien disimulado barrido visual se podía notar que era alguien de dinero, su reloj su esclava, un anillo, incluso cómo hablaba era claro que había nacido en cuna de oro y esto la emocionó.
–sé que a lo mejor no esperaba verme. –dijo mirando la puerta, esperaba que en cualquier momento llegara Isabella y de hecho se supone que debería estar aquí, arrugó el entrecejo, se limitó a suponer que tal vez estaba en otra área del hospital haciendo algún trámite o algo que ocupara su tiempo.
Tina sabía que alguien iba a llegar a preguntar por su hija y a pedir su mano, pues esto fue lo que ella le dijo, así que sabía que en el momento que llegara alguien aparentemente adinerado a pedir la mano de su hija ella haría hasta lo imposible porque eso fuera más que una promesa y que mejor que fingir un desahucio.
–¿se casará con ella? –preguntó y exageradamente empezó a toser, como si de eso dependiera su vida, aún cuando a pesar de toda sus complicaciones médicas su respiración y estaba bien o por lo menos mejoraba.
Pero Jetro, después de la discusión con su madre y las reacciones de Isabela, aún pese a saber que podría ser un conflicto mediático porque ella era menor de edad, planeaba llegar a un acuerdo, pues lo había pensado mejor y el matrimonio aún cuando era para molestar a su padre no parecía una buena idea.
–señora, respecto a eso... –intentaba lidiar con ella, Jetro quería decirle que su hija no quería eso y que de hecho había salido corriendo de su casa como una loca y que no había querido hablar con él, y que sin importar lo que había pasado claramente no habría boda.
–ella está enamorada de usted. –dijo tomando aire con dificultad, eso también lo fingía ya que había mejorado mucho con el tratamiento experimental. –vino a mí ilusionada, enamorada y yo la conozco, ella lo ama –dijo haciendo que cada una de estas palabras y por la manera en la que ella lo decía, casi como si agonizar en cada palabra, lo hacía sentir aún peor más culpable, y un canalla.
–yo sé que cometí un error y que me tomé atribuciones que no debía, y quiero disculparme por eso, y le prometo que no la voy a desamparar, a su hija ni a usted. –dijo conmovido por lo grave que se veía la señora.
–ella no tiene a nadie. –carraspeó y volvió a toser. Sin saber qué hacer Jetro entró en pánico, miró a su alrededor y vio una jarra con agua y le sirvió un poco, no sabía qué hacer en este tipo de situaciones, jamás había estado tan cerca de alguien tan enfermo.
–No se esfuerce, veo que no se siente muy bien –dejo preocupado por empeorar todo cuando ya estaba mal. Aún no podía siquiera lidiar con la culpa de haberse tomado atribuciones con una menor de edad y no quería tener que lidiar ahora con la culpa de empeorar el estado de salud de su madre.
–Ella es hermosa. –tomo aire con dificultad. – y será una buena esposa, deben tener hijos, tal vez dos, porque más sería exageración. –lo manipuló fácilmente. Ella decía y él era casi como una especie de orden, sutil, pero seguí siendo una orden, ya que a todo lo que ella decía él asentía. –sé que usted es un buen muchacho, de lo contrario ella jamás se habría enamorado de usted... –suspiró con pena.
–no creo que esté enamorada de mí, de hecho creo que ni siquiera llegué a entender lo que eso significa. –dejo por fin dejando salir la frustración por como ella había reaccionado al salir de la casa de sus padres. –hoy fue a conocer a mi familia y no salió nada bien. –se lamentó. –siendo honesto he querido hablar con ella, pero... –continúa mirando hacia la puerta esperando que ella aparezca en cualquier momento, y al estar allí por fin tenga que verse obligada a responder las preguntas, porque él la quería emboscar entre su madre y él, era imposible que ella no respondiera.
–Sé que tiene dudas... –acarició su mano con suavidad, incluso ella se forzó a sí misma a llorar, tenía que dar su mejor actuación si quería convencerlo a toda costa de que se case con su hija. –ha estado todo el tiempo sola, yo no he podido cuidarla como se debe y sé que es mi culpa... –empezó a sollozar haciendo sentir aún mucho más culpable a Jetro, y ahora mismo ya estaba totalmente convencido que debía hacerlo, pero algo dentro de él decía que no debía.
–No diga eso por favor, eso no es cierto ella va a estar bien, yo voy a cuidar de ella, sé que está enojada y que tal vez no le entienda, pero aún si no hay boda podré cuidar de ella. –insistió buscando la manera de zafarse con sutileza de la boda, lo que a Tina no le gustó para nada, sin importar lo que ella decía él parecía reacio a casarse.
Lo que ella no sabía era que realmente Jetro no quería hacerlo, no quería casarse, había dicho a su padre infinitamente es que lo haría porque sabía que lo molestaba, pero realmente no quería hacerlo, él no tenía sentimientos hacia Isabella y tenía claro por quién sí tenía sentimientos y ahora también le preocupaba, ya que ella sabía que tenía novia y esa parte era la que él no había pensado antes.
–usted hablo de atribuciones. –gimoteo con escaso aire para dramatizar. –mi hija... Es buena niña y sé que no ha tenido un padre que esté de su lado, y tome su mano, y la guíe por el buen camino hacia un altar, pero me tiene a mí y... –secó sus lágrimas y rápidamente Jetro se levantó sacó un pañuelo de tela de su bolsillo, y se lo dio. –ella merece ser respetada como una dama, porque es lo que es, mi hija es una dama, es una buena mujer y será una buena esposa a su lado. –insistió en comprometerla.
–déjeme cuidarla, dígame qué es lo que necesita, prometo lo tendrá y ella también. –insistió en que las cuidaría, pero aún no hacía la promesa que tanto Tina quería que hiciera y ella no se da por vencida fácilmente, ella necesitaba que él prometiera a una desahuciada que se casaría con su hija, porque tenía la certeza de que esa promesa no la rompería.
–Tiene razón... –se lamentó, soltó su mano y le devolvió el pañuelo a Jetro mientras se secaba las lágrimas con la sábana que cubría su cuerpo, –supongo que alguien con dinero... –sollozaba mientras hablaba y aún insistía en toser fingiendo que el aire le faltaba. –no podría cumplir una promesa y al final del día no tendría valor alguno, para ese para ese tipo de gente no hay el honor y el valor para los pobres. –dijo literalmente lo obligándolo a sentir lástima por ella. –voy a morir en poco tiempo. –dijo mirando fijamente a los ojos, pero su mirada era triste casi agonizante y todo era para conmoverlo, o espantarlo de una buena vez, porque empezaba a aburrirse de actuar. –ella quedará sola, usted no tiene que hacer nada, solo dejala en paz, ella no tiene a nadie solo me tiene a mí y cuando yo muera ella estará sola en el mundo después de haber sido ultrajada por alguien sin honor. –dijo y empezó a torcer de tal manera que incluso las máquinas a su alrededor empezaron a sonar de manera alarmante.
–no es así. –dijo Jetro sintiéndose sumamente culpable, después de todo lo que había pasado ese día con su familia y con Isabella había desistido de la idea de casarse, incluso lo había usado simplemente para molestar a su padre o para salvarse de una potencial demanda legal porque ella era menor de edad entonces, pero al ver a su madre así de mal y recordar como ella lloraba, era imposible negarse.
–no tiene que casarse con ella si no la ama, ella merece a alguien que la ame, la respete y la apoye, porque va a estar sola, no tendrá a nadie y no necesita a alguien que solo la quiera para llevar la cama. –sollozó y esto esto realmente tocó fibras sensibles en Jetro ya que aún se sentía culpable, no solo por el hecho de recordar que ella era menor de edad, sino porque se vio tentado a besarla y acariciarla en el baño de su departamento.
–Ella no estará sola, nunca estarás sola porque yo estaré ahí. –dijo y Tina volvió a tomar su mano, se estaba saliendo con la suya, pero aún debía actuar.