Promesas

1770 Words
No quiero volverlos a ver, no quiero volver a saber de ellos, creí que quería vengarme y quería su vida un desastre y que eso me haría feliz, pero la verdad es que no los quiero cerca, no puedo, no los tolero, porque lo único que puedo pensar cada vez que tengo cerca a alguien de ellos es que quiero asesinarlos y no está bien, no está bien porque asesinarlos es la solución mucho es fácil y rápido. Yo quiero que ellos vivan y sientan día a día el suplicio que yo y mi madre hemos tenido que vivir por su culpa, los detesto tanto y jamás debí acercarme a él, pero eso significa que ahora tengo que volver a mi vida, a la porquería de vida que tengo, esa en la que tengo que desnudarme para ganar dinero, estudiar y tratar día a día de que mi madre sobreviva a una maldita enfermedad que parece resistir todo lo que hacemos en su contra. Después de varios minutos de insistencia de Jetro en que subiera el auto, ya que no solo estaba lejos la carretera principal sino que además iba a ser muy difícil que encontrara algún tipo de transporte para salir y llegar a su casa, subió al auto de Jetro bajo la única condición que él mismo puso, sin preguntas, sin hablar, solo dejarla a salvo en su casa, es todo. Jetro condujo por un largo rato hasta llegar a la ciudad, Ana planeaba bajarse en el primer semáforo que pudo, pero Jetro bloqueó las puertas, lo que inmediatamente hizo que ella lo mirase furiosa, ya que esto rompía su trato, ¿acaso pensaba retenerle en su auto hasta que hablara? Antes de que ella siquiera pudiera preguntar, estalla furiosa o gritara, o siquiera separe sus labios Jetro apresuró a decir. –dije que te dejaría en casa y a salvo. –dijo y continúa la marcha. –Pensé dejarte en casa, pero no me has dicho dónde vives, así que te dejaré en el único lugar que creo que deberías de estar, que es en el hospital con tu madre. –dijo acelerando lo más que podía lo único que quería era llegar, ya que sabía que en cualquier momento Isabela saldría corriendo otra vez. Su actitud a la defensiva y su inmadurez empezó a molestarle, tal vez muy e contra de su voluntad, su padre tenía razón, y no podía casarse con alguien así, aún si era por la prensa. Tal vez podrían llegar a un acuerdo monetario, y si ella lo permitiera, eso sería suficiente. Típico de ricos, creen que pueden hacer con uno lo que les dé la gana, ¿cree que porque me retiene en su estúpido auto, hablaré o diré algo más?, va a fingir que yo le importo o siquiera que le importa si estoy bien o mal, claro que no le importa, a él no le importa, debe ser exactamente igual de egoísta y de desgraciado e infeliz como su padre, él no puede ser una buena persona, no lo es, tal vez lo pensé y ahora me siento estúpida por haberlo pensado, pero no es una buena persona. –pensaba molesta, cruzada de brazos furiosa contando los minutos y segundos en que por fin llegasen al hospital y poderse bajar de ese auto. –sé que no quieres hablar y no voy a hacer preguntas, solo diré que mi madre es una mujer increíble, es una buena persona y lo ha sido toda su vida, no hay una sola persona que la conozca y diga lo contrario de ella a excepción de ti. –dijo sin perder de vista la calle frente a él. –no quieres hablar y lo entiendo. No quiero imaginar o asumir qué fue lo que dijo mi madre para ponerte en tal estado, pero me niego a creer que haya sido una grosería, o siquiera que ella haya dicho algo incorrecto, porque ella no es así. –hizo una paisa esperando que ella dijera algo, pero eso no pasó. Fue decepcionante. –Así que si en algún momento quieres decirme o hablar conmigo, por favor, solo hazlo. –dijo al estacionarse en la entrada del hospital. Isabela no dijo, nada miro por un par de segundos la puerta y dudo si podría abrirla o no, por un segundo pensó que Jetro de alguna manera se burlaría de ella al ponerle seguro justo cuando planeara salir, pero en cuanto él no dijo nada ella lo hizo, abrió la puerta y esta se abrió sin ningún problema, esto la sorprendió extrañamente, pensaba que él insistiría en saber qué fue lo que pasó, pero rápidamente se reprendió a sí misma mentalmente y salió corriendo. Él no importa, no debe importar. –pensó y fue directo con su madre, tenía que hablar con ella. Pero tan pronto como llegó al ascensor, dudó, no sabía si decirle que el hombre que pudo haberla sacado de donde vivía, de donde estaba y la situación en la que estaban, no era ni más ni menos que el hijo del infeliz que arruinó su vida, uno de los bastardos que adoptó como suyo, no quería decirlo, sabía que si se lo decía la iba a lastimar, porque no solo se habían arruinado sus planes de venganza como habían planeado, sino que además volverían a estar en la misma situación y nada habría cambiado. Ella odiaba esa sensación de estar en nada, de tener las manos atadas, de estar hundiéndose en el fango y no poder moverse, y que cada vez que lo intentaba solo se hundía, lo odiaba. Entró en el ascensor y marcó el botón de el piso en el que estaba su madre, pero todo vino a su mente de golpe y sin aviso, el beso con Jetro en la fiesta de la casa de la playa, como la defendió y luego cuando ella lo besó en el hospital, había besado al hijo del hombre que había hecho de la vida de su madre un infierno, había besado al bastardo que usurpaba su lugar, y tenía todos los privilegios que le pertenecía y le fueron robados Segundos antes de que las puertas del ascensor se cerraran ella puso su mano, y salió corriendo en busca del baño, entro y apenas alcanzó a llegar al inodoro cuando empezó a vomitar sin parar, era asqueroso y repugnante saber que se había besado y muy dentro de ella lo sabía, se había interesado en el bastardo que se gastaba todo lo que a ella le pertenecía. No puedo creer que yo lo hiciera, no puedo creer soy una estúpida, soy una tonta. No debí hacer eso, él es tan asqueroso y tan repugnante, tan idiota y tan mentiroso vocifero en el baño, mientras las arcadas iban y venían, cuando por fin pudo mantener su respiración constante y pudo levantarse del suelo, lavó sus manos y miró su reflejo, su nariz estaba rosada, sus ojos la delataban, era claro que había llorado. –Sea lo que sea, puede superarlo. –dijo un joven con ropa deportiva, entregándole un pañuelo de papel. –¿Qué? –preguntó al mismo tiempo que tomó el pañuelo, aún sin levantar la mirada. –Es un hospital, supongo que debe ser una situación difícil y no me atrevería a preguntar cuál, pero supongo que en un hospital no siempre se reciben buenas noticias. –dijo con una voz muy suave, hasta condescendiente. –gracias. –dijo tomando el pañuelo, haciendo obvio que le agradecía por el pañuelo más no por los consejos. –sea cual sea la situación, espero que mejore para usted... y no se desanime, la vida sigue. –dijo y salió al baño. Isabella observó su reflejo por un par de minutos y no podía creer lo horrible que se veía, no podía presentarse así frente a su madre, odiaba la sola idea de verse tan mal, sabía que su madre la iba a regañar, porque como ella decía; las damitas elegantes jamás lloran, y mucho menos demuestran que lo han hecho. sonrió al recordar esa frase le decía "damita" porque era algo que le había repetido desde que podía recordar, y se lo había continuado diciendo aún cuando ya era adulta, pero sin cambiar el "damita". Lavó su rostro lo mejor que pudo manteniendo el agua en sus manos y su rostro sumergido en él, intentaba que el agua fría relajara un poco su rostro y evitara verse tan enrojecido y maltratado por las lágrimas, repitió esto un par de veces lo que le tomó un largo rato, pero valía la pena valía, mucho la pena, así con esto su madre no podía notar que ya había llorado y así no la preocupaba. Después de lo que pareció un largo rato, pero por fin usó el pañuelo que el joven en el baño se lo había entregado, secó su rostro con delicadeza y este ya no se veía tan mal, lo rosáceos de sus mejillas, su nariz y sus ojos había disminuido notablemente por lo que ahora ya estaba lista para ir con su madre. Retocó un poco su rostro para hacer imperceptible que había llorado, peinó su cabello y se esmeró en verse bien, quería verse bien, hablaría con ella de muchas cosas y dejaría para el final lo que pasó con Jetro, y cada vez que pensaba en ello sentía cómo regresaban las acercadas y las ganas de llorar. Así que evitaba pensar en eso, tomó tanto aire como pudo cerró sus ojos y pensó únicamente en su madre, la visualizó sonriente, era lo que necesitaba para continuar. Soltó el aire y regresó al ascensor llegando al piso en el que estaba la habitación de su mamá, saludó al guardia como de costumbre, a la enfermera de turno y fue muy amable y fue a la habitación de su madre, se detuvo un par de segundos en la entrada, tenía que pensar en algo, algún tema con que iniciar su; ¡Hola, mamá!, ¿cómo estás?. Y pensó que tal vez si dejaba la universidad y se lo decía era la mejor idea, así podía trabajar más tiempo en el bar y conseguir más dinero, o conseguir a alguien que se lo facilite, y ahora debía imaginar o idear la manera en la que se lo diría a su mamá. Ella me ama, no importa lo que suceda, estará bien... –pensó girando la perilla de la puerta, pero al abrirla su sorpresa fue enorme. –se lo prometo, así será... –escuchó a Jetro decir mientras sostenía la mano de su madre.
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