–Jetro me preocupa... –suspiró, su madre viendo a toda reunidos, menos a su hijo "mayor" –siento que se está alejando de nosotros y ya no sé cómo acercarme a él... temo que si insisto, llegaré a cansarlo y pueda alejarse aún más de mi. –musitó cuando su esposo tomó su mano.
–Deberia ir a su departamento y hablar con él, es la primera vez que estando en la ciudad con sus hermanos, él se queda lejos... –dijo y besó su mano.
–si tú vas lo más seguro es que van a discutir –negó con la cabeza, e inmediatamente mejoró su postura siendo un poco más suave. –amor... sé que quieres hablar con Jetro y sé que te preocupa tanto como a mí, es nuestro hijo no es para menos, pero cada vez que tú y él hablan discute, y eso también me preocupa. –suspiró angustiada.
Alejandro sabía lo mucho que le preocupaba a evel en la relación con sus hijos puesto que siempre se había esmerado en tener una muy buena relación con todos ustedes, pero realmente quería hacerlo quería hablar con su hijo, aún pese a su transigencia y a veces terquedad quería hacerle ver que su padre lo amaba, y que nada le haría dejar de hacerlo.
–cada vez que te hago una promesa sabes que sin importar que, aún si es de vida o muerte la voy a cumplir. –se paró frente a ella que tomó sus manos. –no quiero que te preocupes por Jetro, ni por lo que yo le pueda decir, te prometo que iré al departamento de él con el único propósito de traerlo de vuelta a casa, y me aseguraré de que él sepa que lo amo más que nada en el mundo –dijo y Evelyn asintió.
Con la mano levantada se despidió de sus hijos y sobrinos a la distancia, subió su auto y no dejaba de pensar cómo abordar el tema con Jetro, cómo hacerle entender que lo amaba y que estaba dispuesto a hacer una tregua, si eso era lo que él quería, ya que al parecer su hijo parecía estar en constante guerra con él y no quería preocupar a su esposa, Alejandro haría lo que fuera por no preocupar a su esposa.
Al llegar al pie del edificio pasó directo hasta la puerta del ascensor, apenas le dio tiempo la recepción y está de alcanzarlo ya que él caminaba muy rápido, así mismo rápidamente se acercó la recepcionista y algo apenada, con la mirada en el suelo dejó escapar un chillido.
–Bienvenido señor Jerome. –hizo una venia de respeto. –lamento informarle que el señor Jetro, su hijo, se ha negado a recibir visitas y tiene la orden explícita de que nadie pase a su departamento –dijo sin levantar la mirada, estaba aterrada de que Alejandro pudiera reaccionar de alguna manera en contra de ella, ya que él tenía, ya que se había ganado una fama de ser poco tolerante con las personas desde mucho antes de ser padre, y su fama lo precede.
–Entiendo perfectamente la postura de mi hijo. –dijo presionando el botón que lo llevaba al departamento de él. –pero es mi hijo y necesito hablar con él, agradecería que no le avisara que estoy en el edificio, deje que el lo dewcubra por mí, y no se preocupe, yo me encargo de él. –dijo y entró al ascensor. No sin antes dedicar una mirada fulminante a la recepcionista, para asegurarse de que no le avise a su hijo sobre su llegada.
En cuanto las puertas abrieron no pudo evitar recordarse a sí mismo, en un departamento solo oscuro y silencioso, él solía ser así antes de su esposa, antes de perdonar a su madre, antes de la vida feliz que llevaba ahora y sintió pesar por su hijo.
Da un par de pasos dentro del departamento, aún en la oscuridad puede ver la puerta de la habitación de su hijo, estaba entreabierta, así que caminó en silencio y vió con pesar a su hijo, acostado en la cama con los brazos abiertos y la mirada al techo. Una vez más le recordaba a sí mismo y se detestó por eso.
–¿Qué haces aquí? –se sentó sobre la cama de un brinco el ver a su padre.
–Vine a hablar contigo... –dijo señalando la puerta del ascensor.
–Le dije a Cintia que no dejara pasar a nadie, hablaré con ella cuando baje. –dijo levantándose de la cama.
–Ella intentó avisarte y yo me negué a que lo hiciera, sabía que si lo hacía te negarías a dejarme, si tienes alguien a quien culpar entonces hazlo, pero conmigo. –dijo. Jetro la miró de reojo y sonrío con sarcasmo.
–Siempre queriendo ser al héroe... –bufó aunque al mismo tiempo se siente culpable cuando lo hizo, ya que sabía que lo que hacía estaba mal, lo que decía estaba malo, y debía parar.
–Jetro por favor, necesitamos hablar por el bien de tu madre y de la familia que tenemos –dijo y Jetro bajó totalmente ese estado a la defensiva en el que se encontraba constantemente frente a su padre, y se volvió a sentar al filo de la cama, pero se levantó enseguida, quería mantener su postura firme y rígida.
–¿Y de qué que se supone que vamos a hablar tú y yo?, no tenemos nada de qué hablar, si es por la boda no hay boda, si es por Alaia... estaré en su boda, solo intento tomarme un tiempo solo y... –dijo y camino hacia sus ventanas y les abrió.
–¿Por qué estás constantemente peleando conmigo?. ¿Qué es eso tan malo que creés que hice o qué consideras que hice, para que estés todo el tiempo así? –lo señala de pies a cabeza. –como si estuvieras peleando conmigo, como si yo fuera tu enemigo, porque no lo soy, soy tu padre.
–papá por favor... –negó con la cabeza indignado.
–lo que sea que tengas que decir, ¡solamente dímelo y ya!, deja de ocultar tu enojo hacia mí con esas constantes peleas, porque no sé qué es lo que pasa. No sé por qué quieres pelear conmigo. ¿Por qué necesitamos estar en pelea constante y desacuerdo en todo?, si lo que quieres es casarte, entonces hazlo, te apoyo, pero hazlo porque estás enamorado, porque amas a esa persona, no porque cometiste un error.
–ahí va de nuevo –negó con la cabeza frustrado. –creyendo que el mundo es de color rosa y que las personas entreguen a otros por amor, y que solamente el amor debe prevalecer, y estupideces como esas...