Marcus salió de la oficina de Erika emocionado, por qué Augusto había logrado convencerla para que esa misma noche saliera de Capital.
Emocionado de saber que pronto la tendría su merced no iba a permitir que ese granuja de Luis Andrés le arrebatara a esa mujer.
El timbre de su móvil lo sacó de sus pensamientos.
— ¿Estás contento?— le preguntó Augusto de mal humor.
—Si muy contento. Gracias— respondió de manera seca— avísale a la señora Ana que prepare mi equipaje para salir esta misma noche, que cuando llegué ya esté listo.
Hubo un silencio en la línea.
—Ya le avisé. Y supongo que ¿Serán pantalones vaqueros y camisas sencillas?—pregunto el secretario de Marcus.
El rostro del poderoso abogado brilló de satisfacción.
—Sí solo un cambio de ropa clásica por si acaso— dijo con una so
