Apenas Luis Andrés cruzó la puerta, Erika lo recibió con una sonrisa que iluminaba todo su rostro y sus ojos brillaban de la emoción de tenerlo frente a ella. Rápidamente se levantó de la silla que estaba detrás del escritorio. Lo abrazó y lo besó en la mejilla. El hombre sorprendido la miró fijamente porque él recordaba que ella jamás se le acercaba a los hombres voluntariamente, no después de su fracaso del día de su boda. — ¡Wow!— exclamó— ¡Qué recibimiento! — dijo él al momento de ser recibido con gran felicidad, más sin embargo, cuando él quiso afianzar el abrazo ella de manera involuntaria se alejó de él. — ¡Qué alegría volver a verte!— le dijo ella mientras le indicaba una silla para que se sentara y al mismo tiempo disimular su contrariedad por haber realizado aquella acción