En la gran oficina del rancho El Refugio Adán Céspedes mira con cierta curiosidad a la joven que se nota bastante nerviosa. Federico está sentado al lado de su hermano. Joel no se quiso sentar porque está atento de una mosquita que ronda a su hija mayor. Este tiene los brazos cruzados y el ceño fruncido, endureciendo su rostro. —Señorita Erika— inicio Joel— estoy aquí como represente de mis dos hermanos, ellos no pudieron venir a la barbacoa y esta reunión salió de última hora, pero quiero que sepa que contara con nuestro respaldo y sobre todo con nuestra ayuda en este asunto tan desagradable. —Gracias señor Aristizábal— dijo ella nerviosa. Esos hombres tenía una imagen tan poderosa y dominante que las chicas se sentía muy atraídos por ello. Era tres hermanos. Unos los llamaban l