Noche alucinante

1295 Words
Narra Chloe Wheeler/Sasha Smirnova ¿Acaso era posible prenderse tanto con alguien con quien a penas has cruzado un par de palabras? Pues... por primera vez me estaba ocurriendo a mí, algo que jamás pensé vivir en carne propia. Obviamente, con él, en el pasado cruzamos uno que otro saludo o conversación sosa en la casa de los padres de ellos, pero nada especial, así que técnicamente, era la primera vez que hablaba cara a cara con Maxwell Donovan pero en ese momento las palabras ya habían pasado a segundo o tercer plano. No podía pensar en nada más que en la diversidad de sensaciones que mi cuerpo estaba experimentando en mis zonas sensibles que se estimulaban con un solo beso, lo eufórica que me sentía con esos roces lascivos de las grandes y fuertes manos de Max en mis brazos pasando por mi cuello para tomar mi rostro y profundizar el beso. —Hmm... —fue lo único que salió de mi garganta, mi cuerpo se incendiaba y necesitaba más, mucho más de lo que ya habíamos llegado. Tan solo cerré la puerta del apartamento, me olvidé de los elegantes tacones que solté y quedaron a la deriva por completo en el suelo de la entrada. Comenzamos a subir las gradas y Max no me dejó subir un escalón más... me presionó contra la pared y con nuestras respiraciones mezclándose, entre beso y beso, él me recorrió entera por sobre la tela de mi vestido que solo lo invitaba a despertar la imaginación.. Sin despegar nuestras bocas ni un solo segundo el uno del otro, yo lo terminé guiando hacia arriba, hasta llegar a la pequeña sala de mi morada. Esa noche la estaba estrenando el sitio con el hermano de mi ex y... todo era tan malo que me sentía tan bien. Era increíble la manera en que no nos soltábamos ni siquiera para tomar aire. Max, de manera desesperada bajó la parte superior de mi vestido y yo no se lo impedí. —Ah... no tienes sostén —soltó más excitado con su descubrimiento, mientras yo observaba como sus pupilas se dilataban con lo que veían sus ojos. —Sigue bajando la tela y verás que más no tengo puesto —susurré deseosa a su oído y él jadeó más excitado aún para terminar de despojarme de mi ajustado vestido de noche. Al terminar de caer la prenda, lo miré expectante, él abrió los ojos, me miró de pies a cabeza, contemplando toda mi anatomía femenina, esa de la que ya no me avergonzaba ni una pizca, al contrario, estaba muy cómoda por primera vez en la vida y segura de no ser juzgada, como con el idiota de Nate, que pronto recibiría su merecido por tantos años de sufrimiento. —¿Qué.. acaso nunca has visto a una mujer desnuda en tu vida? —le pregunté mareada y divertida mientras le daba la espalda para que me escrutara mejor. Yo lo miraba de soslayo y me mordía el dedo índice en un acto más provocativo aun, mientras contoneaba mis caderas y mis glúteos hacían un vaivén que pareció enviar una punzada de placer directo en su m*****o. —Que visión. Eres jodidamente perfecta, Sasha... —dijo arrastrando las palabras, también por el alcohol en su sangre, antes de acercarse a mí para apretujar mis glúteos, a lo que yo solo arqueé mi espalda para dejarme acariciar. Sin más, él me volteó para robarme el aliento con otro de sus muy efectivos besos, sumado a que de una llevó sus manos a mis ya en ese momento endurecidos pezones y comenzó a estimularlos con frenesí, uno que me hizo abrir la boca para gemir fuerte. «Dios... Chloe, nunca te has portado como una zorra calenturienta en tu vida, siempre has sido recatada, bien portada —me decía mientras desconocía mi voz al gemir tan sonoro—, pero al carajo con la moral esta noche... debes hacerlo por el bien de tu causa». —Ah... Max, espera, espera, detente que me vuelvo loca —murmuré entre jadeos, pero él no se detenía, al contrario, llevó una de sus traviesas manos a mi botón sensible, ese que ya estaba hinchado y lubricado... con eso me hacía gemir mucho más. Cuando yo llevé mi mano a su entrepierna y tocarlo por sobre el pantalón, mientras sentía lo abultado solo abrí mis ojos para entreabrir mi boca y mirarlo a los ojos ¿Sería tan grande como me lo estaba imaginando? Vaya que Maxwell me llenaba de sorpresas bastante gratas. Las palabras se acabaron, yo desabotoné su camisa como si me estuviesen apresurando, la verdad era que yo también deseaba ver mejor su esculpido cuerpo. Él al mismo tiempo se zafó los zapatos, para comenzar a quitarse el cincho y se desabrochó el pantalón para dejarlo caer al suelo, también se veía muy presuroso y eso solo me despertaba más el deseo de ser poseída por él. En cuanto Max liberó su m*****o, mis ojos parecían dos imanes que por inercia se detuvieron allí y me mordí el labio inferior. Él me hizo verlo a los ojos y me sonrió... Diablos, su blanca sonrisa me quería derretir allí mismo. Pronto él me cargó y me llevó hacia la cama, esa en la que desfogamos todo el deseo que teníamos reprimido... bueno, al menos yo sí. Él recorrió mi sensible cuerpo con su bien habilidosa lengua y yo no escondí ni un solo sonido de placer. Poco me importó si había algún vecino despierto a esa hora de la noche. Yo tomé la iniciativa, me coloqué encima de él y vi ese m*****o grueso, grande, palpitante, que parecía llamarme con cada movimiento que hacía. Yo sonreí me agaché para explorar con mi boca, a lo que él respondía con gruñidos mientras cerraba sus ojos. Cuando me animé a utilizar toda mi boca a lo largo de su m*****o, él me tomó por le cabello y guio los movimientos que lo hicieron gemir, ya que me esforcé mucho para dar lo mejor de mí. Lo mareada que me sentía también me hacía sentir más atrevida de lo que era en realidad. —Sasha... ya no aguanto más —dijo y sin previo aviso se levantó para buscar en su pantalón rápidamente, se colocó un condón para acostarme con suavidad y colocó la punta de su m*****o en mi ya bien lubricada entrada. Yo tragué grueso ¿Acaso esa inmensa extensión de carne endurecida iba a caber en mi pequeña entrada? Lo comencé a averiguar a continuación, en cuanto la punta entró un poco y gemí, algo palpitó dentro de mí. Cuando comenzó a entrar lentamente, el placer que sentí después de tanto tiempo, no podría medirlo. —Ahhh... mierda —dije sin querer, porque en efecto, debía reconocer que lo tenía mucho más grande y grueso que su hermano ¿Quién lo diría? Me reí para mis adentros. Esa noche juro que tuve el mejor sexo que pude haber tenido en mucho tiempo. Por primera vez en mi vida tuve un orgasmo de verdad, uno fuerte, palpitante y liberador, me di cuenta que Nate solo pensaba en su placer y nunca en el mío. No sabía por qué, pero me sentí liberada del estrés acumulado en mucho tiempo. Pensaba que iba a sentir más repulsión hacia Max, pero pienso que el alcohol me ayudó a no pensar en el repudio... al menos hasta el día siguiente, en el que el peso de conciencia vaya que se hizo presente en mí, además de una horrible preocupación. ¿Me habré portado demasiado accesible? ¿Qué iba a hacer si para Max me convertía en la aventura de una sola noche? De eso, sin duda me di cuenta cuando amaneció.
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