CAPÍTULO VIDESDE aquel momento, según Leila pudo recordar después, el Marqués se hizo cargo de todo. Ella se sentía tan impresionada por la muerte de su tía, que le era difícil pensar con claridad. Por otra parte, estaba realizando un supremo esfuerzo para no llorar. Su madre siempre le había dicho que era impropio hacerlo en público, por lo que Leila apretaba los dedos para tratar de contener las lágrimas que le asomaban a los ojos. Mientras la servidumbre lloraba desconsoladamente y el Marqués comenzó a dar órdenes. De inmediato, envió a un sirviente, en busca del médico y de los servicios funerarios. A Geetruida le dijo que se pusiera en contacto con el abogado de la Baronesa. Luego, condujo a Leila al salón, y le dijo: –Yo sé que a usted le preocupa los cuadros de su tía, así que