El tiempo sola pasaba más lento que con el idiota al lado. Usé mi tiempo en intentar prepararle una comida buena, no lo que preparó el otro día que era incomible. Todavía me entraban arcadas del filete. Me estremecí volviendo a revivir eso. La última vez que comía carne cocinada por él. Fruncí los labios en un intento de pensar, pero cada vez que lo intentaba, G volvía a mi mente, pero esta vez en unos pensamientos censurables. Abrí los cajones y el frigorífico para distraerme. Había tomate, carne picada y queso y en un armario encontré placas de lasaña. Ya tenía solucionada la comida. Cogí mi móvil y abrí la música. Lo más divertido de cocinar era la música. Hacía que la tarea se hiciese con más amor y cariño y que al final estuviese más rica la comida. Lo tenía comprobado. Mi madre nunc