‘¿Sí, Sr. Mason? No me dirá que hay un montón de babosas en esta bolsa, ¿verdad?’. ‘Oh no, señora, usted será muy feliz en ese sentido. Pero me preguntaba... ¿tiene sitio para tres sabuesos sanos? Son tan dulces como pueden ser, harán cualquier cosa que le deje y puede correr con ellos toda la noche’. Papá regresó a la carreta, donde nuestras chicas estaban sentadas nerviosas, con las colas golpeando con fuerza las tablas de la carreta. Sabían que se avecinaba algo extraño. ‘¿Cuáles eran sus planes si no accedía?’. ‘Bajarlos o dejarlos sueltos a un lado de la carretera, supongo. No les gusta mucho nadar’. La Sra. Dripp espió a todos esos ojos inocentes. ‘Bien, Sr. Mason. Parece que ha encontrado mi punto débil, los perros callejeros del mundo. Déjelos sueltos y los mantendremos atrás.