CAPÍTULO 2

1777 Words
Una mirada vacía se cruza con mi declaración, el cuerpo alto que estaba contemplando hace un momento apoyado en la puerta. De repente me resulta menos atractivo. De acuerdo. Es una gran mentira. Sigue siendo el cuerpo más bonito que he visto nunca, aunque esté oculto bajo un traje n***o ajustado que solo hace que el hijo de puta parezca más sexy de lo que es. Me dan ganas de blanquearme el cerebro por haber tenido un pensamiento tan horrible. —Qué halagador—exclama de repente, con una voz mucho más grave de lo que recordaba. También tiene el tipo de mandamiento que hace que la gente se detenga y escuche. —Me han dicho que la gente no puede resistirse al diablo. Mis ojos se entrecierran. Y yo que pensaba que tenía un gran ego cuando éramos niños. —¿De verdad se llama Lucifer?— Movert Guy me pregunta al oído. Ha estado observando nuestro encuentro con los ojos muy abiertos. —Debería serlo—murmuro. —Apenas hay diferencia entre los dos. Otro parpadeo pasivo me saluda. Pero esta vez esos ojos oscuros se posan en mi cuerpo y se desplazan hacia abajo casi con pereza. No hay interés detrás de la acción, pero no esperaba que lo hubiera. Muy pocas cosas impresionan a ese gilipollas y yo nunca he conseguido hacerlo en todos los años que hace que le conozco. Me quedo clavada en el sitio y lista para darle un golpe en la cara que injustamente se ha puesto más caliente cuando sus ojos por fin chocan de nuevo con los míos, sin pestañear. Resisto el impulso de sisear como una serpiente. Dudo que eso le asuste. Probablemente, sacrifica abuelas y gatitos bebés a sectas en su tiempo libre. —Siena Langley—reconoce por fin. Así que me reconoce. —Hudson Rey—digo con una voz igual de aburrida. Lo que realmente quiero hacer es quitarme el tacón y clavárselo en sus perfectos ojitos. Hudson levanta una ceja como si supiera lo que estoy pensando. —Has cambiado—Dice lo obvio. —Aparte de tu tendencia a seguirme como un grano en el culo. ¿Todavía no te has dado por vencido? Me beso los dientes ruidosamente, sin inmutarme por su comentario. —Sigues siendo un melocotoncito, ¿verdad? Aparte de tu tendencia a ser un gilipollas estreñido. Todavía no te has rendido con eso, ¿eh? —Obviamente no. —Obviamente. Pensaba que reventarte el hombro y perder tus oportunidades con la NFL habría acabado con tu complejo de inferioridad. Su mandíbula se mueve ante mi comentario, lo único que indica que le ha pillado por sorpresa. —Oh, vaya.— murmura Movert Guy. Hudson levanta una ceja, con voz y expresión planas una vez más. —Estoy impresionado. Ese casi me pica. —¿Quieres decir que tu carbonizado corazoncito n***o puede sentir algo? —Me ofende que pienses que tengo uno. —No mientas ahora. No finjas que tienes emociones. Desvía la mirada, pero no antes de que note un brillo en sus ojos, como si esto no fuera más que un juego divertido para él. Supongo que aún le divierte irritarme y hacerme perder la calma. Hudson Rey siempre me ha dado por culo desde que tengo uso de razón. Él le daría a mi mierda una carrera por su dinero. —No has contestado a mi pregunta—. Se tira distraídamente de los gemelos, aunque están perfectamente en su sitio. —Sabes muchísimo de mí teniendo en cuenta que no nos hemos visto en doce años. Pongo los ojos en blanco. —Tranquilízate, semental. Tu supercarrera te supera tanto si quería oír hablar de ti como si no. Se endereza la corbata a continuación, sacudiendo la cabeza lentamente con los ojos clavados en los míos. —Realmente has cambiado. Has dicho polla sin sonrojarte. Frunzo el ceño inmediatamente. Odio que me recuerden mis días de timidez, en los que carecía de confianza y gracia en todos los sentidos. —Eso es porque he ido a buscarme una. ¿Quieres verlo, grandulón? —¿Qué?—Movert Guy se atraganta con la saliva. Hudson le mira como si se fijara en él por primera vez. Una mueca de desinterés se dibuja en sus deliciosos labios. No tengo ni idea de por qué acabo de referirme a ellos como deliciosos. Insertar pistola invisible apuntándome a la sien alegando que me he vuelto loco, señoría. —¿Y tú eres?— Parece aún menos impresionado con Movert Guy que conmigo. —Mi novio—. No pierdo ni un segundo, rodeo la cintura de Movert Guy con el brazo y apoyo la cabeza en su hombro. Por fuera sonrío, pero por dentro mi cerebro está sacando el sentido común de su radar. Realmente me he vuelto loca. —¿Qué está pasando?—susurra miserablemente. No sé qué esperaba conseguir con ese comentario. Tal vez un gran "jódete" para Hudson, que la chica gorda de la que se alejó triunfó en la vida después de todo. A decir verdad, lo hice. Conseguí controlar mi peso y me siento más sana y feliz que nunca. Voy a perseguir el sueño de mi vida y ahora soy propietaria de un deslumbrante apartamento en el que nunca pensé que viviría. Ya lo he conseguido, pero la chica insegura que hay en mí quiere demostrar que también soy deseada, que los hombres se sienten atraídos por mí porque tengo buen aspecto. Sé que tengo buen aspecto. Me llevó casi tres décadas de vida llegar a este nivel de confianza, pero un encuentro con Hudson Rey hizo que mi progreso se viniera abajo y ahora estoy luchando, intentando demostrar algo que no necesito demostrar. —Adorable—. El desinterés en la voz de Hudson dice que es cualquier cosa menos eso. Sinceramente, no parece importarle en absoluto. No sólo por mi supuesto novio, sino por cualquier cosa sobre mí. Por extraño que parezca, solía preguntarme qué pasaría si volviera a tropezarme con él. ¿Se le caería la mandíbula al verme? ¿Caería de rodillas, me declararía su amor eterno y me pediría perdón por haber pensado que yo no era deseable? Vale, eso es un poco exagerado, pero ya me entiendes. Por desgracia, nada de eso ha sucedido. Ha sido el reencuentro más mediocre de mi vida y odio cada segundo. No estoy ni cerca de su radar ahora como no lo estaba entonces. Sé que no debería importar lo que él piense, pero una pequeña parte de mí siempre tuvo la esperanza de que algún día le daría una patada en el culo. Por desgracia, dicho culo está firmemente en su sitio. Énfasis en lo de firme. Como, mucho énfasis. —¿Y tú?— Indago, sintiendo la necesidad de cavar mi tumba un poco más profundo. A estas alturas no está por debajo de mí meterme en ella y dar por terminada la noche. —¿Has conseguido ser aún más guarra de lo que eras en el instituto? —Claro—gime. —De vez en cuando me levanto la falda para mi jefe en el trabajo. También le gusta darme azotes en las rodillas. Me ahogo de risa. Maldita sea. ¿Desde cuándo Satán tiene personalidad? Es increíble que consiga mantener la cara seria. —Es curioso. Me he encontrado exactamente en esa situación un par de veces. Una mentira falsa, pero no necesita saberlo. Ni siquiera pestañea. Mi ego estaría herido si no fuera por mi falso novio. Aunque por la expresión de su cara no tiene ni idea de qué pensar o sentir ahora mismo. Creo que le he roto. Hudson se endereza los gemelos por tercera vez. —Bien. Esto ha sido... divertido, pero mañana tengo un día ocupado. —Yo también—. Me examino las uñas en un alarde de indiferencia. —Tengo que terminar de deshacer las maletas y todo eso. —Así que tú eres la que va a vivir aquí. —Así es. —Hmm. Supongo que eso nos convierte en vecinos. Otra vez—. Añade casi como una ocurrencia tardía antes de que una pequeña sonrisa curve su boca. Parece todo tipo de maldad. —Si no te conociera, diría que me estás acosando. Dios mío, ¿come suplementos para chuparme la polla todas las mañanas? ¿Cuánto puede una persona amarse a sí misma? —Deberías revisarte la cabeza. Se ve un poco grande estos días. —Como muchas mujeres me dicen a menudo. Mis ojos se posan en su entrepierna sin querer. Incluso a través de sus pantalones de vestir hay un bulto impresionante. Uf. ¿Por qué no puede ser tan poco atractivo por fuera como lo es por dentro? Los mierdas que parecen modelos son la mayor estafa del mundo. Son la prueba viviente de que la vida no es justa. —Es impresionante—susurra mi falso novio y le lanzo una mirada fulminante. Voy a romper con él después de esto. —Buenas noches—, me dice Hudson formalmente y por un momento recuerdo que ya es mayorcito. Los dos lo somos, pero no sé por qué me doy cuenta ahora. Quizá porque nuestra conversación infantil por fin ha llegado a su fin y ahora volvemos a la realidad, donde Hudson y yo somos treintañeros y ya no tenemos nada que ver el uno con el otro. —Buenas noches—, vuelvo a su espalda en retirada e intento comportarme como la adulta que soy. Por cierto, ser adulto es una mierda. No lo recomiendo. La puerta se cierra tras él y suelto el brazo de Movert Guy con una mueca de dolor. No puedo creer que le haya arrastrado a eso. He caído oficialmente en lo más bajo y, como era de esperar, Hudson Rey es el causante. —¿De verdad dejaste que tu jefe te azotara?—. Rompe el incómodo silencio con sus palabras claramente ansiosas. —Tío—, niego con la cabeza. —Lee la habitación. —¿Significa eso que no tendremos una cita? Lo siento por el chico. Acabo de hacer que me siga el juego como mi falso novio. Suspiro y le doy una palmada en el bíceps. De nuevo, sorprendentemente firme y agradable. —Claro. Una cita. —Genial—, sonríe y finalmente se marcha. Echo una mirada miserable a la puerta de enfrente, con el ánimo por los suelos, ahora que sé quién está detrás. No puedo creer que sea la vecina de mi némesis de la infancia. Esto es cualquier cosa menos dulce.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD