CAPÍTULO TRES
“Oh, sí, estuvo aquí”, dijo el cirujano del Ejército, un hombre conocido por estar más conectado con una botella que con su profesión. Estaba de pie, con ropa interior larga y chaleco sucio, descalzo, sirviéndose café de una olla de metal estropeada, en una gran taza de hojalata. Cole notó cómo la mano del hombre temblaba mientras se llevaba la taza con cuidado a los labios agrietados y sorbía café humeante en la boca.
“¿Estuvo?” Sterling intercambió una mirada rápida con su amigo. “¿Cuánto tiempo hace que se fue?”
“No puedo decirlo con precisión”. El cirujano chasqueó los labios y se acercó a su desordenado escritorio. Los dos exploradores estaban de pie en un quirófano descuidado y desorganizado, que apestaba a algo desagradable. Cole supuso que podría ser una mezcla de
