Al mes siguiente los días en la editorial mantenían la misma intensidad y Matías no aflojaba el ritmo de las exigencias, pero Gaby aprendía más que rápido. No tardó mucho tiempo en adaptarse al ritmo de vida de su jefe, el cual se estructuraba prolijamente en horarios y rutinas para todo: Durante la mañana se encarga de atender unas cuantas llamadas (antes de terminar una le gusta tener la otra en espera), y al finalizar supervisa el desarrollo de los artículos y libros que ingresan por correo. Ambos hacen correcciones aportando comentarios al respecto, él hace las suyas y ella retoma los que él le asigna. Al resto de la jornada, Matías la divide entre actividades varias, como conferencias con otros miembros jerárquicos de la editorial o se encarga de revisar la producción en imprenta y lo
