- ¡DALILA! —Escucho mi nombre en un grito, segundos después siento como me desestabilizo de repente por el gran peso que se instala en mi espalda.
—Creo que habíamos hablado ya sobre esto —recuerdo, haciendo referencia a su delicada forma de saludar—. Terminaré sufriendo de dolores en la espalda al terminar la carrera, por Alá que eso no suceda.
—No te vi en todas las vacaciones —reprocha Luciana bajándose y dejando libre mi espalda, lo cual agradecí internamente—. Deja tu dramatismo, ese es mi saludo donde te expreso cuanto te extrañe.
—También te extr ...
No pude terminar de confesar que también la había extrañado, porque una profunda voz se hizo presente.
—Hoy te iras conmigo, no quiero que te tardes —parpadeo varias veces asimilando la situación.
Es Liam.
Liam detrás de mí.
Liam lo suficiente cerca como para sentir el calor que emana su cuerpo y el olor de su colonia, mi nuevo olor favorito.
Es la primera vez que estamos tan cerca.
—Pensé que me iría con Luciano —la mirada de Luciana se dirige a mí, puedo ver que me quiere decir algo con ella pero no logro descifrarlo.
Me muevo un poco hacia el lado derecho, para que al voltear no quedar tan cerca de él.
—Cambio de planes, no te vayas a tardar.
Y como siempre no se percató de mi presencia, sigo observándolo hasta que dobla en una esquina y desaparece.
Esta situación ya es algo más allá de la friendzone, esta situación es la creación de la friendzone.
—Deberías permitirme decírselo, todo sería distinto si él lo supiera —escucho a Luci decir a mi lado.
Niego levemente.
- No cambiaría absolutamente nada si lo supiera — explico retomando el camino a la primera clase del día.
Patología l
—Ok, quiero nuevas vacaciones —río sin poder evitarlo—. Demasiados libros por leer.
—Recién empezamos semestre y tú ya quieres vacaciones —niego sonriendo—. Eres imposible Luciana Licciardi. Debiste de haber elegido otra carrera.
—La medicina es una carrera agotadora, pero es algo que he querido estudiar desde que tengo memoria —la miro de reojo notando que tiene sus ojos vidriosos—. Es frustrante cuando no puedes ayudar a una persona que amas.
- ¿A quién querías ayudar?
Luciana detiene su andar, su mirada es demasiado intensa e intimidante, me recuerda a la del señor Licciardi.
—Un Liam.
- ¿Por qué? —Pregunto rápidamente.
Todo lo que pase con Liam me importa y esto es algo que desconozco.
—Es algo muy personal para él, no puedo decírtelo —asiento entendiendo, se limpia una pequeña lágrima que había caído y recupera su estado de ánimo habitual ... feliz—. ¿Tu? ¿Por qué elegiste medicina? , no puedo creer que recién nos preguntemos esto.
—Recién llevamos ocho meses de conocernos ... pero sí, estamos atrasadas —retomamos el camino mientras pienso en una respuesta convincente—. La salud en algunas partes de la india no es muy buena, y me encantaría ayudar a la cantidad de personas posibles, mejorar un poquito sus estilos de vida.
—Es algo muy lindo, tenemos que empezar hacer el cambio en este puto mundo de mierda —arrugo mi ceño al escucharla decir semejante grosería—. Lo siento, sé que no te gustan las malas palabras pero ... es inevitable no decirlas.
—Estoy en un país y en una cultura diferente, me terminare acostumbrando, tranquila —me encojo de hombros despreocupada.
- ¿En tu casa nunca decían malas palabras? —Niego—. ¿Ni una?
—Vine a escuchar la primera mala palabra acá en Italia, mis padres son muy estrictos, ya te podrás imaginar mi educación.
—Casi nunca hablas de tus padres, por no decir que nunca —empiezo a incomodarme y ponerme nerviosa a tal punto en que mis manos comienzan a sudar, siempre me pasa lo mismo cuando alguien toca el tema de mi familia—. He notado que tienen una mala relación, espero que en estas vacaciones que pasaron hayan podido mejorarla.
El rumbo que tomó esta conversación no me está gustando para nada, y menos porque tengo que mentirle.
No pase mis vacaciones con mis padres, si lo fuera hecho no estaría aquí en Italia.
—Es que me haría rec..recordarlos y me pondría triste, ellos son muy estrictos pero son buenos, soy su única hija y sé que me quieren y tal ..
—Espera —me interrumpe—. ¿Me lo dices a mi Dalila? Porque pareciera que te estuvieras auto convenciéndote a ti misma.
Odio que esta chica sea tan cuidadosa, detallista, minuciosa e inteligente con todo. Nunca puede pasar por desapercibido alguna situación o palabra que salga de tu boca para ella ... y lo peor, nunca se calla absolutamente nada.
Pero aun así la quiero mucho.
—Te-Tengo que irme —comento segundos después al no encontrar respuesta a su pregunta. Sí, me auto convencía a mí misma, cosa que usualmente lo hago—. Tengo un compromiso y llegaré tarde.
Que Alá me perdone por tantas mentiras —pienso para mis adentros.
—Quedamos en que hoy irías a mi casa —dice confundida—. ¿Ya no quieres ir?
—Claro que sí, pero no puedo —mi intento de justificación es un asco.
- ¿Sabes que soy muy buena leyendo a las personas? —Asiento—. Entonces iremos a mi casa y no volveré a tocar el tema de tus padres.
Adoro esa cualidad que posee Luciana, sabe cuándo tiene que detener en un tema y justo ahora era ese momento.
—Vamos, Liam nos está esperando —me detengo abruptamente al recordar ese gran detalle, hoy es el, quien lleva a mi amiga.
No puedo estar en un lugar tan pequeño a escasos metros de él. No soy yo misma y ese día fue el resultado. Sin darme cuenta había empezado a caminar y me resultó subiendo a su auto.
Estoy en el auto de Liam Licciardi y soy la primera chica en esta universidad aparte de Luciana que se sube a su auto.
Esto es un gran avance y me siento completamente feliz, creo que estoy a nada de ponerme a reír sin razón alguna.
Bueno, si hay una razón, pero siempre me sucede cuando no puedo manejar una situación o cuando estoy demasiado feliz como ahora.
—Pensé que solo eras tú —su comentario me trae de nuevo a la realidad—. No subo a mi auto a desconocidas ... que se baje.
Abro exageradamente mis ojos, era muy bueno para ser realidad claramente.
—Liam no empieces —habla por lo bajo Luciana.
- ¿Por qué no te bajas? —Esta vez me pregunta directamente a mí, está mirándome por el retrovisor. Quedo helada en mi lugar, esa no es la mirada con la que muchas noches soñé que me daría, está lejos de serla—. ¿Acaso no escuchaste niña? ¿Eres sorda?
Parpadeo varias veces evitando que las lágrimas que quieren salir, no lo hagan, sería humillante para mí.
Este es el momento donde te bajas y ventas corriendo —explica mi subconsciente.
Es justo lo que haría, pero mis piernas han tenido una desconexión con las órdenes que mi cerebro manda.
—Deja de ser tan estúpido con mi mejor amiga Liam — le riñe empezando a enojarse—. Ella no se bajara, no quiero volver a escuchar que le digas algo como eso. Por una vez en tu vida sé amable con una persona que no pertenece a tu entorno.
Liam no dice nada, solo arranca. Su mirada es neutra y desde mi posición puedo ver como aprieta el volante carbonatado.
En el aire se respira una tensión abrumadora.
—Oye para aquí, tengo que bajarme — dice unos minutos después Luciana lo que me deja confundida—. Papá me necesita en la empresa, ustedes vayan a casa, los alcanzo más tarde.
—Luciana —susurramos Liam y yo al unísono.
La susodicha se ríe mientras abre la puerta. Me hace un gesto de que salga y rápidamente lo hago.
Menos mal cambio de opinión, no podría estar en ese auto con Liam a solas, creo que en la primera oportunidad que él debería me tiraría.
—Gracias.
—Aun no me des las gracias Dalila Aryam Kaur, aún no he hecho nada por ti —arrugo mi ceño empezando a considerar de nuevo la idea de irme corriendo—. Liam —lo llama—. Se bueno con Dalila.
Me empuja adentro del auto quedando esta vez del lado del copiloto. Le ruego con la mirada que no lo haga pero solo sigue con su sonrisa diabólica y se va. Después de que pusiera nuevamente en marcha el auto, lleve mis manos a mi regazo, limitándome a respirar muy suavemente. Fueron los peores quince minutos de mi vida.
Si, conté cada segundo y minuto que pase encerrada en su auto. Estaba tan rígida que creo que me compraría en ese momento como un bloque de cemento.
Cuando aparco me apure en salir de ese auto cuanto antes, cuando pensé que ya podía respirar tranquila su mano me detuvo.
Nuestro primer contacto.
—Dalila —mi corazón golpeó fuertemente contra mi pecho al escuchar mis nombre salir de sus labios, nunca antes me había gustado tanto mi nombre como en este momento.
—S-Si.
—Aléjate de mi familia, aléjate de mi hermana —me voltea abruptamente. Quedamos cara a cara y ambos nos alejamos de inmediato.
-No entiendo.
—Se la clase de persona que eres, no dejare que utilices a mi hermana para tus estúpidos planes.
- ¿Qué clase de persona soy? —Pregunto a nada de ponerme a llorar, la forma en que me mira es como si fuera la peor persona de este mundo.
—No te hagas la estúpida, sé que detrás de esa cara de niña ingenua se encuentra una víbora en busca de dinero y quien sabe que otras cosas más.
Un gemido de dolor brota de mis labios, ¿Cómo es posible que piense eso de mí?
—Te equ-equivocas, no soy así —musito sintiendo como mis lágrimas salen, mi vista se nubla poco a poco—. Por favor no pienses eso de mí.
- ¿Piensas que llorando me convencerás? No soy estúpido como mi familia, sé que quieres algo de nosotros, sé que quieres algo y te juro que no lo lograras.
—No es lo que piensas.
- ¿Qué es lo que quieres? —Se acerca y me agarra por los brazos—. Dímelo Dalila.
A ti —pienso.
—No quiero nada —siempre desee que su mirada estuviera puesta en mí, pero ahora que sucede, lo único que puedo desear es que la retire. Me parte el alma ver como esos cielos me observan con aborrecimiento.
—Lo interesada se le nota a miles de kilómetros Srta. Kaur
—Usted no se queda atrás Sr. Licciardi, la insensibilidad para tratar a las personas y lo estúpido que es, es algo que —me detengo cuando me doy cuenta que acaba de llamarme por mi apellido.
- ¿Cómo sabes mi apellido? —Pregunto.
El frunce su ceño y se separa cuando escuchamos el sonido de un auto, ambos volteamos a ver quién es.
—Aléjate de mi familia —es lo último que dice antes de irse a paso rápido haciendo caso omiso a los gritos de advertencia del Sr. Licciardi para que se detuviera.
Al parecer alguien está en problemas.