—Que tú ya estas casada Dalila Kaur, o debería de decir...Señora Licciardi. —Por Alá, ¿Acaso has enloquecido? —inquirí en un tono un tanto desesperado. ¿Liam está delirando? — ¿Ves que bromeo? —preguntó seriamente, lo cual negué—. ¿Aún no recuerdas? — ¿Me debería de acordar de algo? —cuestione completamente confundida. Liam se sienta en el lugar anteriormente ocupado por Abdul. —Aquella vez donde saliste de noche Dalila, hace tres semanas. —Fui a una discoteca —confesé, sintiéndome avergonzada de que él lo supiera. —Lo sé. — ¿Acaso me viste? —pregunte alarmada. —Sí, vi a otra Dalila, una desinhibida, sin ataduras, sin religión, alguien que rompe las reglas sin importar las consecuencias. —Imposible Liam, sé que bebí, algo que nunca había hecho, pero no soy esa que dices y... ¿Te