Capítulo 4. Estoy en problemas
Brunela volvió a mirar su teléfono, no podía creer tener tan mala y buena suerte a la vez.
-- ¡Chicas!, en serio estoy en problemas! – les susurro Brunela a sus amigas, y una de ellas la miró con compasión, todas felices cada vez que salían de paseo, Brunela les pagaba los gastos y les compraba de todo, en ese momento detener el paseo, no era nada beneficioso para ellas, pero todas conocían muy bien a su abuelo y sabían que ignorar una orden de él le costaría muy caro. Así que luego de pensarlo bien una de sus amigas tuvo una idea descabellada.
-- Que tal si conseguimos que alguien más se haga pasar por ti, ¿no sería la primera vez? – le dice y Brunela acepta al recordar, pero luego lo niega al segundo, nunca iba a permitir que otra mujer se acueste con su prometido, era cierto que ella no iba a llegar, pero nunca iba a dejar que otra mujer se acueste con Vicenzo Farrell.
-- No seas boba Brunela, no digo que esa mujer se acueste con él. Pero podemos hacer que se haga pasar por ti. Lo importante es que él piensa que se acostó contigo, o al menos que durmieron juntos ¿no es así? – termina de decirle su amiga y Brunela asiente desesperada al comprender el asunto. Aquella idea le pareció genial, luego miró a su amiga y le sonrío agradecida.
-- ¿Cómo podríamos conseguirlo? – le pregunta ahora ansiosa,
-- Tengo una conocida que trabaja en el hotel – le dice la joven y toma su teléfono para hacer una llamada. En pocos minutos esta se conecta, la amiga de Brunela lo coordina todo, y luego de cortar ambas sonríen agradecidas, y continúan haciendo lo que mejor sabían hacer, gastar el dinero del abuelo y divertirse entre ellas.
-- Te debo una cariño – le susurra Brunela sacando unos fajos de dinero de su bolso de edición limitada y entregándoselos a su amiga, quien antes de rechazarlos los acepta encantada.
Cuando Vaiolet llega al lobby del hotel es retenida por uno de los empleados, Madeline que estaba a su lado no comprende lo que pasa, ella se preocupa demasiado, no sabe si es un hombre del señor Vins quien las ha retenido o quizás alguien que el abuelo envió para descubrirlas, habían salido hace un tiempo de la mansión y no sabía si el abuelo le creyó cuando le dijo que ella se encargaría, por eso ahora dudaba.
Madeline miró a Vaiolet preocupada, fácil el señor Maximiliano se dio cuenta de su ausencia y él mismo se encargó de comunicarse con Víctor Black, ella mira al hombre preocupada, pues lo que en ese momento pasaba por su cabeza.
Piensa por un segundo que si es el abuelo quien las acaba de descubrir, debe llamarlo para inventarle algo, solo así podrá ayudar a su niña Vaiolet, pero el hombre frente a ella no la dejaba moverse, la tenía sujeta del brazo, como si supiera que ella se soltaría y se iría de ahí.
-- Lo siento señora, pero alguien está esperando a esta mujer – le dice de pronto y la empleada se asombra al oírlo, ella mira a Vaiolet pensativa mientras la joven sonríe, tranquila,
-- No debes preocuparte por mi Madeline, debe ser Vins quien me espera – le susurra tranquila mientras le da una palmadita en el hombro y la aleja con la mano, Madeline la observa y asiente. La empleada mira cómo se llevan a Vaiolet y se queda de pie a un lado, ella misma fue quien insistió en acudir a aquella a cita y ahora debía esperar.
Los hombres del abuelo llegaron a tiempo al hotel, gracias a sus contactos ellos lograron retener a su nieta, y antes de que Vaiolet se diera cuenta fue drogada y llevada a una habitación donde la dejaron tendida en una cama, la misma que poco después ocuparía el desalmado Víctor Black.
El abuelo Maximiliano luego de recibir la comunicación de sus hombres, le envía un mensaje a los Black, él mismo se comunica con Víctor, le indica el número de habitación donde se encuentra su nieta y corta la llamada, era cuestión de minutos para que el prometido de Vaiolet acudiera al hotel y cumpliera con su trato, lastima que el joven Black nunca acudiría al llamado de un viejo como Maximiliano Montes, y menos cuando sabe que matrimonio con la desnutrida de su nieta ya está pactado.
Vaiolet
Me sentía débil, no sabía lo que pasaba con mi cuerpo. Esos hombres me inyectaron algo antes de encerrarme en una habitación, estoy segura de que esta vez caí en la trampa de mi abuelo, no debí confiar en él, sabía que haría cualquier cosa para obtener su despreciable control.
Sé que debo salir de acá, todavía me queda un poco de fuerzas y debo buscar a Madeline, ella puede ayudarme a encontrar a Vins, solo él podrá ayudarme a salir de este lio, estoy segura.
Hice un gran esfuerzo y pude lograr levantarme de la cama, mis ojos están nublados, pero aún recuerdo cómo salir, con las manos estiradas comencé a palpar todo, lo único que hacía era seguir una pequeña luz, dar unos pasos inseguros adentro de la habitación, hasta llegar a la puerta, cuando lo hice me percaté de que no había nadie cerca, estaba demasiado mareada, no lograba enfocar bien mi mirada, todo le daba vueltas y solo esa pequeña luz lograba hacerme avanzar. Pestañaba intentando enfocar, pero se me hacía muy difícil.
Mi cuerpo comenzó a arder, la sensación de calor subía por mi columna, sentía que me faltaba el aire, necesitaba beber algo de líquido, mi boca estaba tan seca y mi respiración tan agitada…
-- ¿Dónde estoy? – balbuceaba mientras sentía como mi cuerpo se consumía por el calor, no alimentarme bien todos estos días me estaba matando en este momento, me pegue a la pared por miedo a caer, y sentirla fría me reconforto.
Haciendo un esfuerzo sobre humano, logré girar en lo que parecía otro pasillo, no tengo idea hacia donde debo ir, solo sé que necesito algo de humedad, algo helado que logré apagar el fuego que me comienza a quemar.
Pego mi cuerpo a la pared y me froto en ella, la toco, esta tan helada que me gusta, palpando los fríos muros, me pego a ellos frotándome sin cesar, de pronto esos muros dejaron de ser fríos para convertirse en una pared llena de calor, tan caliente y abrazadora como lo estaba yo. Intenté alejarme, pero no pude, esa pared se convirtió en unos brazos que me jalaron con fuerza sin que yo pueda reaccionar.
-- Por favor ayúdame o moriré – escuché que me decía una voz susurrante, de pronto yo también comencé a sentir esa misma necesidad, yo también podía sentir que todo su cuerpo ardía en llamas, como el mío, la pasión que sentía yo, también la estaba sintiendo aquel sujeto que no dejaba de tocarme, dentro de nosotros algo estaba a punto de explotar y ninguno de los dos lo podía controlar.
-- Señor por favor no lo haga, yo no soy así – susurraba suplicando, pero mis palabras no decían lo que mi cuerpo insinuaba y exigía a la vez, nunca en mi vida me había comportado así, pero en ese momento necesitaba de ese hombre tanto como él necesitaba de mi…
-- Por favor mujer, yo me hará cargo de ti – susurró y esas palabras no me importaban, porque ya tenía quien se haga cargo de mí y era Vins quien me iba a ayudar a salir de esta vida, porque pronto me casaría con él, de pronto mi mente se nublo, mi cuerpo anhelaba más caricias, exigía por más, mientras mi mente solo podía pensar que pronto me iba a casar.
-- Me voy a casar, por favor – fue mi última súplica, antes de perderme por completo en los brazos de aquel desconocido.
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Vicenzo un hombre de veinte cinco años, dueño de su propio mundo, un genio de los negocios en línea y completamente independiente ahora era presa fácil de la lujuria y el placer. Y Vaiolet, una jovencita virgen y pura, inocente y sentimental ahora estaba siendo atacada por una ola de fuego que desconocía, por una ardiente devoradora interior que solo buscaba saciar la sed que su cuerpo necesitaba.