Capítulo 6. ¿Estás lista mi niña?
Dos días pasaron después de la trágica madrugada en el hotel, Vicenzo estuvo buscando a la jovencita con la que pasó la noche, pero no hubo ninguna señal de ella, el abuelo de Vaiolet mando destruir todas las cámaras del hotel, nunca permitiría que alguien se entere del tremendo desplante que le hizo Víctor Black. Y aun teniendo tantos negocios en línea Vicenzo no pudo hallar ningún dato sobre la misteriosa mujer, nadie en el hotel la conocía, no era ninguna huésped de ahí, incluso la habitación donde estuvieron estaba a nombre de su propio padre, y todo el piso había sido hackeado por expertos.
Cuando por fin logró comunicarse con Vaiolet, ella reconoció que no pudo verlo,
-- Lamento no haber podido llegar a nuestra cita Vins – le dice dulcemente ella, Vaiolet se siente fatal al tener que mentirle, pero sabe que las cosas luego de la noche que pasó se complicaron para ella,
-- No tienes que preocuparte Via, quizás el destino quiere que nos conozcamos el mismo día de nuestra boda – bromea él, sacando una sonrisa encantadora de los labios de la jovencita, era increíble como podía conversar con él, Vaiolet la chica tímida y reservada podía hablar sueltamente solo cuando lo hacía con él.
Escuchar que Via no llegó al hotel aquella noche lo dejó más tranquilo, aunque recordar que ella no podía ir a ningún lugar por culpa de su malvado abuelo, lo hacía preocuparse por ella aun más. Aunque sabía que se estaba ahorrando tener que darle alguna explicación, igual se preocupaba al oír su afligida voz.
La oficina del registro civil se comunicó con él esa misma tarde, la fecha para el registro de la boda había sido aprobada, solo necesitaban presentarse, llenar los documentos y firmarlos para que su matrimonio sea considerado legal. Vicenzo tenía sus dudas luego de haber pasado la noche con aquella desconocida, por alguna razón no podía quitarse su aroma de encima ni el sabor de su cuerpo dentro de él, no se sentía bien por haber lastimado a esa mujer, y estaba dispuesto a cumplir con su deber como se lo prometió mientras tuvieron relaciones. Sin embargo, le había prometido también a Vaiolet casarse con ella, y ayudarla a salir del problema matrimonial en el que su abuelo la estaba metiendo. Confundido y desesperado Vicenzo decide que debía cumplir con Vaiolet, él hizo todo lo posible por encontrar a la desconocida mujer, al menos pensó que si la hubiera encontrado las cosas serían diferentes, su decisión podría cambiar, pero estaba su palabra dada a Via y la iba a cumplir.
-- Señor todo está comprobado, Brunela Doménico aceptó que no estuvo en el hotel con el señor Vicenzo hace dos noches – le confirma Gerardo y Reinaldo lanza su taza sobre el suelo de la mansión, él había planeado todo a la perfección y esa niñata de los Doménico se burló de él y nunca apareció, Reinaldo estaba enfadado y furibundo con los Doménico, pero debía aguantarse gracias a su futuro compromiso, el problema era que según los reportes que recibió, su hijo había pasado la noche con una mujer, el problema mayor era que nadie podía averiguar con quien. Hasta el momento, ni Reinaldo, ni Vicenzo, ni el mismísimo Maximiliano Montes.
¡Nadie!, sabía quién era esa misteriosa mujer.
-- Debes averiguar con quien pasó la noche mi hijo, no quiero tener sorpresas más adelante – le ordena a su asistente, mientras observa el contrato matrimonial que tiene en sus manos, Reinaldo gracias a que Brunela no se presentó en el hotel hizo unos cambios en el contrato matrimonial. Ahora los Farrell eran los que obtenían los mejores beneficios de la unión entre la nieta de los Doménico y el hijo de los Farrell.
En la oficina del registro civil
Vicenzo llegó a la hora esperada, él le había enviado un mensaje a Vaiolet, no había marcha atrás, esa tarde ambos firmarían su unión.
-- ¿Estás lista mi niña? – le pregunta Madeline, quien observa a Vaiolet vestida con un hermoso vestido rosa, ambas habían salido con la misma escusa de comprar materiales, sin embargo, el abuelo como siempre no les creyó, pero esta vez Madeline fue mucho más astuta, ella llevó la ropa de su niña al salón de belleza muy temprano y cuando salieron Vaiolet iba vestida tan mal, que Maximiliano terminó insultándolas por su mal gusto, pero las dejó salir con libertad.
-- Lo estoy Madeline, ¿tu estarás bien? – le pregunta Vaiolet, pues sabe que cuando vuelva sola a la mansión ella será quien esté en problemas, pero su empleada asiente, Madeline no tiene intenciones de volver a la mansión, lo único que quiere es que su niña por fin sea libre y feliz.
-- Lo estaré Vaiolet, no debes preocuparte por mi – le asegura,
-- Debes tomar este dinero – le dice entregándole una buena suma de dinero que ha ahorrado con tantos años trabajando en la mansión, Vaiolet la mira asombrada, ella también tenía algunos ahorros, además en las conversaciones que tuvo con Vins, él le prometió ayudarla económicamente, hasta que ella termine de estudiar, así que estiro su mano para devolver el sobre,
-- No será necesario Madeline. Esos son tus ahorros, ahora seré una mujer casada, Vins me ayudará, debes estar tranquila, te aseguro que todo estará bien – le dice dulcemente, sin embargo, su empleada sonríe antes de darle el último abrazo, y sin que Vaiolet se diera cuenta le mete el sobre adentro de su bolso. Luego la observa ingresar al registro civil, con muchos sentimientos encontrados, pero tranquila al saber que por fin Vaiolet estará en libertad ella se aleja de allí.
Adentro Vicenzo espera a una joven sin gracia pero dulce como esposa, Vaiolet no sabe a quién esperar, sus caminos siempre estuvieron cruzados, y está vez no fue la excepción. Cuando Vicenzo ve a una mujer con un traje blanco, él se acerca a ella pensando que es Via, mientras que ella, con un maquillaje perfecto, un rostro hermoso y un vestido rosa se va al segundo nivel, detrás de un hombre de unos treinta de quien cree que es Vins.
-- ¿Hola eres Vins? – le pregunta Vaiolet y el hombre se asombra al oírla, Gerardo el empleado de Reinaldo llegó al registro civil luego de enterarse que había una cita a nombre de Vicenzo Farrell, él subió al segundo piso en busca de él, pero lo único que vio fue a una hermosa jovencita que le pregunto si era un tal Vins.
-- Lo lamento, no soy a quien buscas – le dijo y salió del salón dejando a Vaiolet desconcertada, ella se quedó de pie y segundos después tomó asiento, esperando que sea Vins quien se acerque a ella mejor.
En la planta baja Vicenzo había olvidado mencionarle que su verdadero nombre era Vicenzo, como siempre estuvieron hablando por teléfono, no vio la necesidad de hacerlo, pero ese día inscribirían su matrimonio real, él debía buscarla y presentarse de verdad.
-- ¿Vaiolet?– le pregunta de pronto a la joven de vestido blanco a la que seguía, pero al verla girar dudo un momento, él había visto su fotografía y aunque era de hace dos años, la mujer que estaba frente a él no se parecía en nada a Vaiolet.
-- Lo siento me equivoqué -- se disculpo,
-- Lo lamento ¿nos conocemos? – le pregunta la joven al ver al hermoso hombre frente a ella, la jovencita acudía constantemente al registro civil, ella había escuchado que si tenía suerte, algún día podría encontrar un esposo ahí, pues en alguna ocasión siempre hay novias indecisas que terminan abandonando a sus novios en el salón, así que sonríe como boba reflejando su propio nerviosismo, pensando que quizás la suerte le llegó.
Vicenzo la mira un segundo antes de recapacitar y alejarse de ahí. Él observa el pasillo, no podía ver a Vaiolet por ningún lado, ¿Cómo hacerlo, si ni siquiera se conocen? toma su teléfono e intenta llamarla, en ese momento Gerardo aparece frente a él, Vicenzo se esconde, no podía permitir que el asistente de su padre los encuentre en ese lugar.
-- Hola Vins, ¿eres tú? – la dulce voz de Vaiolet se escucha a través del teléfono, Vicenzo la escucha y se siente mal, no puede salir de donde esta, pero debe ayudar a su fiel compañera, porque en eso se había convertido Via para él.
-- Hola Via, soy yo – le responde, haciendo que el corazón de Vaiolet vuelva a sonreír,
-- Lo siento cariño, el asistente de mi padre esta en el registro civil – le dice él, y Vaiolet se levanta asustada, no esperaba que algo así sucediera,
-- ¿Qué vamos a hacer? – le pregunta con miedo, ella no podía volver a la mansión, ya le había dejado una nota a su abuelo, a estas alturas el viejo Maximiliano debía estar leyéndola o al menos muy cerca de estarlo.
-- No debes preocuparte Via, tengo todo arreglado. Hay un auto en el parqueo 23, llega a él. Ahí estará un chofer esperándote, él te llevará fuera del país. Yo llegaré contigo apenas pueda, te prometí que estaríamos juntos en esto y así será – le dice y Vaiolet asiente, por alguna razón ella de verdad confiaba en él.
Vaiolet cortó la llamada, ella se levantó de su silla y caminó hasta las escaleras, se sentía observada por todos, y en realidad era verdad, ella no se daba cuenta, pero se veía tan hermosa con ese traje rosa que todos tenían que voltear a mirarla.
Cuando logró salir de las oficinas del registro civil, corrió hasta el estacionamiento, buscó el número 23 y se metió en el auto que estaba estacionado ahí.
-- Debemos irnos, el señor Vins no llegará – le dice al conductor, quien asiente, enciende el auto y sale de ahí. Llevándose a Vaiolet muy lejos de ese lugar.