Capítulo 8. ¿Dónde te has metido Via?, ¡vamos responde por favor!
Decidida miró mi pequeña maleta y tomó mi bolso entre mis manos, esta será la última vez que quizás sepa de mí, ahora debo ser yo misma, por mi y por mi bebé, suspiro mientras dejó la carta que escribí para él, sé que pronto llegará y quiero agradecerle por todo lo que hizo por mí.
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Un día después Vicenzo llegó al país vecino, fue directo hacia el hogar que compartiría con Via, había logrado evadir a su padre y a la intrigante de Giulia, estaba listo para unirse en matrimonio con su fiel compañera, pero al llegar solo encontró soledad. Vicenzo buscó en cada habitación algo que le diga a donde estaba la mujer,
-- ¿Qué pasó acá? – se preguntaba preocupado,
-- ¿Dónde te has metido Via?, ¡vamos responde por favor! – susurra para sí mientras intentaba llamarla a su teléfono por enésima vez, Vaiolet dejó su teléfono también, para ella sería un nuevo comienzo, lejos de todo y de todos los que estuvieron en su pasado.
Vicenzo encontró la carta y no lo podía creer, no sabía que había pasado en esas horas del día para que ella cambie de parecer, sin embargo, estaba orgulloso de ella, y aunque intentó buscarla en aquella ciudad no pudo encontrarla…
-- ¿Qué noticias me tienes? – le pregunta Reinaldo a su asistente, Gerardo levanta la mirada para asentir,
-- Lo encontramos señor, Vicenzo esta nuevamente en la gran ciudad – le reporta su empleado, Reinaldo sonríe feliz, esta vez su hijo no se librará del compromiso, esta vez no solo es un simple matrimonio entre dos familias de poder, esta vez el contrato incluye un heredero, lo que él siempre buscó.
Un mes después
La ciudad brillaba con luces vibrantes mientras Vicenzo Farrell salía de una reunión de negocios. Con solo 25 años, había logrado construir un imperio en línea que le daba independencia y respeto. Sin embargo, esa noche, su mente estaba lejos de los negocios, desde que volvió no había podido sacarse de la mente el paradero de Via, pero tampoco podía sacarse de la mente a la mujer con la que compartió una noche de pasión. Gerardo el asistente de su padre, había viajado para encontrarse con Vicenzo, esta vez las amenazas de su padre iban en serio y su asistente las llevaba con él.
Al otro lado de la misma ciudad, Vaiolet Montes, de 18 años, miraba su reflejo en el espejo del baño de una discoteca. Ella llegó hace un mes, y decidida se inscribió en la universidad local, quería demostrar su valía y liberarse por fin del control de su abuelo. Ella no supo nada más de él y tampoco de su gran salvador Vins.
-- Vicenzo esta noche será todo nuestra – le dice uno de sus mejores amigos y empleado, Roberto observa al galán del grupo, no puede creer que, en un mes, Vicenzo se haya comportado como todo un sacerdote, desde que volvió de su país, Vicenzo era otro y sus amigos y empleados lo habían notado.
-- Sigan ustedes muchachos, yo debo volver a mi departamento – les responde Vicenzo consiguiendo que Roberto y los demás nieguen con movimientos de cabeza.
-- Eso no lo vamos a permitir. Ya deja la estupidez y vuelve a ser el mismo. Por fin te libraste de la zorra de Giulia, ¡es hora de divertirse y celebrar! – exclama otro de ellos, Vicenzo los mira y suspira, en realidad ni él mismo sabia lo que le pasaba, pero últimamente se estaba comportando como lo que no es.
-- ¡Está bien!, ¡está bien! Ustedes ganan, luego no pueden arrepentirse por haber despertado al dragón – les dice y sonríe de costado, todos gritan eufóricos mientras comienzan a subir a sus autos, Vicenzo observa su deportivo y sonríe, cientos de chicas a levantado en ese auto, pero ahora, tanto él y su auto estaban en huelga.
-- ¡Bien, nos vamos! – susurro para sí. Vicenzo condujo hasta el otro lado de la ciudad, donde las discotecas y la noche recién comenzaba, esta vez los dragones de la ciudad ingresaron a la mejor discoteca de moda, la misma que acababa de ser inaugurada hacía solo tres semanas, la misma donde Vaiolet y un grupo de amigas de la universidad llevaban dos horas divirtiéndose, y bailando sin parar.
En medio del bullicio de la discoteca, el grupo de chicas se topo con los empresarios, al inicio fue una simple coincidencia, pero cuando todos comenzaron a bailar entre sí, la química entre Vicenzo y Vaiolet fue evidente, aunque ninguno de los dos conocía la identidad del otro.
Vicenzo como todo un conquistador, volvió a ser el hombre irresistible, el macho alfa y gran conquistador, Vaiolet estaba encantada con él, después de mucho tiempo se sentía a gusto con alguien del sexo opuesto, todos bebían licor menos ella, nadie conocía de su estado, pero nunca le impusieron beber.
Vicenzo no podía dejar de mirarla, sus ojos violetas lo tenían hipnotizado.
-- ¿Quieres salir a tomar aire? – le preguntó de pronto él, sintiendo una conexión inexplicable con la joven frente a él. Vaiolet asintió, agradecida por la oportunidad de escapar del ruido, los dos salieron a la terraza, donde la ciudad se desplegaba en un mar de luces de colores, él observaba el rostro de la joven y por algún motivo le parecía conocido, sin embargo, no lograba recordar a quien, Vicenzo nunca conecto a su fiel compañera Via con esa mujer, porque la imagen que tenía de ella era de hace dos años.
-- ¿Te diviertes en este lugar? – le pregunta él, y Vaiolet asiente, ella debía comportarse como una chica de ciudad, así que asiente, aunque su mirada no llegaba a confirmar sus movimientos, Vicenzo sonríe, le gusta la chica que esta con él, y quiere conquistarla, como conquistaba a cada mujer con la que estuvo antes, él se asombra al notar sus deseos, piensa que nuevamente volvió el antiguo yo y estaba feliz.
Vaiolet inocente y decidida a cambiar, jugo bien sus cartas. Se presentó como una chica de ciudad, con experiencia, tal y como las chicas con las que llegó se comportaban, ellos hablaron mientras coqueteaban, Vaiolet sintió una chispa en su interior, algo que no había sentido antes, y que solo su salvador Vins le provocó, se dio cuenta de que le gustaba ese hombre y decidió olvidarse de quien era por un momento, liberarse de todo y ser una Vaiolet.
-- Esta noche ha sido increíble – le dijo Vaiolet, mirando a Vicenzo con una mezcla de tristeza y alegría. Sus amigas le enviaron un mensaje avisando que pronto se irían de ahí,
-- Debo volver a buscar a mis amigas, mañana, todo esto será solo un recuerdo – le dice y Vicenzo que no quería dejarla ir se acerca a ella,
-- No tiene por qué ser así – le susurra antes de besar sus labios, la atracción entre ellos era innegable, y esa noche el destino conspiró para que sus caminos se cruzaran nuevamente sin que ellos lo supieran,
-- Podemos crear algo nuevo juntos, me gustas demasiado – volvió a susurrar él, entre besos apasionados y gemidos ahogados de placer antes de que la noche terminara, Vicenzo y Vaiolet se encontraron en una habitación de hotel, entregándose a su mutua pasión.
-- ¡Eres hermosa! – susurraba él mientras la despojaba de toda su ropa, Vaiolet sintiéndose tímida lo disimulo muy bien, la pasión que despertó él en ella fue como un fuego que la devoraba, haciendo que se entregue a él sin tapujos.
-- ¡Te deseo tanto mujer! – susurra él, mientras ingresa en ella, el rostro de Vaiolet se ilumino por los faroles del hotel, Vicenzo no estaba seguro si esa mujer le estaba regalado su primera vez, pero la mirada de ella parecía decirlo, aun cuando él no lo sintió.
-- Eres perfecta, por favor no te vayas a ir – susurro mientras la besaba, seria la primera vez que acepte que una mujer pase la noche con él, ni él mismo lograba comprender lo que pasaba, pero esa chica lo había enloquecido, sus besos, sus caricias tímidas y eróticas a la vez lo estaban torturando, su cuerpo provocativo y deseado, sus movimientos tímidos y virginales, toda ella lo había vuelto loco de deseo y placer…