Abrió los ojos, notando que ya era de día. Sintió un ruido de ollas en el piso de abajo y se obligó a terminar de despertar, debía ponerse en marcha cuanto antes si deseaba concluir con todas aquellas tareas que debía realizar. Tardó unos instantes en comprender dónde se encontraba, en recordar el por qué estaba allí, hasta que su cerebro decidió recordarle cada.maldito.detalle de lo que la había llevado hasta aquel amplio departamento. Aguantando el sollozo que quiso escapar se puso de pie y comenzó a bajar las escaleras, con su mirada clavada en la amplia espalda del hombre que preparaba el desayuno. — Buen día — escuchó el saludo de Jeremías que no había girado para verla. — Buen día — respondió un poco incómoda. — Ese bolso tiene ropa que Javier preparó para tí — señaló con la cabe