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1017 Words
Presente...   –Hola Samy –saludo Tom al llegar a mi escritorio. –Hola Tom –seguí escribiendo en la computadora, porque seguia atrasada con todo el trabajo. –Mhm… Acaban de abrir un restaurante de comida china aquí cerca ¿Quieres ir? Yo invito - propusó Tom. Dí un suspiro, la verdad había tenido una semana espantosa metida en este escritorio la mayor parte de mi día y ni siquiera había podido salir a ningún tiempo de comida, esto era peor de lo que creí que iba a encontrar, pero tenía que terminar este reporte de logística pronto y salir a almorzar implicaba más de una hora, así que con mucha pena tenía que negarme a la propuesta de Tom. –¿Puede ser otro día? –hice una mueca intentando que no sonará a rechazo –. Es que tengo que entregar esto antes de las tres. –Está bien –murmuró y de inmediato me hizo sentir muy mal. –La otra semana podemos ir –intente animarlo –. Me gusta la comida china. –Bien –sonrió al escucharme –. Incluso podemos invitar a Sara. –Por supuesto. Tom se alejó después de que acordamos salir a almorzar la otra semana, es muy lindo conmigo y siempre me saluda cuando bajo a la cafetería, debía compensarlo cuando termine este enredo. –Levanta tu trasero y vamos –paso Sara que también quería que la acompañará. –No voy a salir –le aclaré. –Te vas a quedar otra vez –frunció el ceño –. Amiga, llevas una semana así, que acaso el jefe no te ha dejado en paz. –El señor Wiles también tiene mucho trabajo, iré otro día –explique. –¿Y qué vas a comer? –señaló todo el escritorio. Suspiré nuevamente. La verdad le había pedido a Nani toda la semana que me mandará comida, incluso le traje unos días al señor Wiles porque no iba a seguir comiendo panecillos y café, pero hoy era el cumpleaños de su hija y no estuvo en casa. Nani me cuidó de niña y aún seguía en casa como empleada doméstica, creo que era más por cariño que por otra cosa, pero me gustaba tenerla ahí. –Señorita Samantha Brooke –habló un mensajero al lado de Sara. –Soy yo –acomode mis gafas para verlo mejor. –Aquí tiene –extendió dos bolsas de papel que olían bastante bien y dudé en tomarlas –. Es la comida que solicitaron. –Muchas gracias –tome las bolsas finalmente, creo que el señor Wiles pidió esto. –Bueno parece que alguien ya tiene planeado comer contigo –me sonrió Sara señalando a la puerta y mi rostro enrojeció. –No digas esas cosas. –Andele, apúrese que no quiere dejarlo esperando –soltó una carcajada y se alejó. Decidí ignorarla y abrir las bolsas, pues si eran dos platos de comida y sabía que había sido él porque lo ha hecho antes, seguramente se dió cuenta está mañana que no traía la lonchera de Nani.  Recogí las cosas que tenía y guardé los documentos antes de ir a su oficina. –Señor Wiles –aclaré mi garganta. –Dime –ordenó sin dejar de ver los papeles. –Mhm… usted ordenó comida –levanté la bolsa en mis manos, se detuvo y me miró con una sonrisa. –Eso fue rápido –comenzó a recoger los papeles que tenía sobre su escritorio –. Te parece si almorzamos. Asentí y regresé por la otra bolsa, preparamos la mesa y comenzamos a comer. –Espero que no te haya molestado –señaló la comida –. Imagine que no saldrías. –Aún falta mucho para estar al día –respondí –. Gracias por la comida. –Te lo debía, me has estado alimentando estos días –bromeó. –Si, es que Nani siempre me pone demasiado –mentí. –Sam. –No pesa nada traer un plato demás –aclaré. Siempre lo sabía, no entiendo como podía detectar mis mentiras piadosas o al menos no sentirme avergonzada por las cosas que hacía, sin embargo, eso me llevó a otra pregunta –¿Está usted bien? –¿De qué hablas? –me miró y eso me hizo sentir nerviosa, de todas formas no era mi incumbencia. –Nada, no es nada –negué y seguí comiendo. –Acabas de preguntarme algo. Dímelo. –Es que lo he notado cansado estos días y pensé que algo había pasado… solo quería preguntarle si estaba bien, no porque me quiera enterar de algo, usted sabe que yo nunca… –Estoy bien –me interrumpió. Solamente asentí con la cabeza.  Él dice que yo soy la que no se mentir, bueno mejor no insisto, no es asunto mío y todo el trabajo casi va tomando forma, tal vez sea eso. –Solo estoy cansado por todo el trabajo, supongo que tú también –continuó como si hubiera leído mis pensamientos. –Es mucho –murmuré. No quise preguntar más, desde que volvimos había estado un poco extraño y parecía demasiado cansado, me gustaría decir que no me di cuenta, pero si que lo sabía todos los días desde que regresamos. Creo que fue por ella, la forma en que la miraba era demasiado obvio y no debió ser agradable verla con alguien más. Él nunca la había mencionado antes ni siquiera cuando me dijo que iríamos a esa ciudad, pero cuando los ví juntos parece que se conocían de toda la vida, la forma en que conectaban era muy intima. Tenía preguntas, pero no sé las haré porque solo soy su asistente, sin embargo, eso me hizo pensar que desde hace tres años Sebastián Wiles me gusta mucho, siempre ha sido muy atento y lindo conmigo, eso solo hace que me guste más, por algún motivo él nunca ha tenido ninguna pareja formal en este tiempo, sin embargo, no sé cómo voy a reaccionar el día que eso pase y la verdad no sé que estoy esperando de esta situación… 
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