La boda

2003 Words
ALANA Quería mata*r a Erik. Me estaba presionando de una manera en la que yo no podía hacer nada. Ver a Vicente casi llorando de la emoción era una cosa que me partía el corazón si me negaba. Estaba el compromiso que había por su salud, y despedirlo de sin preocupaciones de este mundo, era otra de las cosas que quería hacer, pero Erik me había llevado veinte pasos por delante. Vicente y yo siempre habíamos llevado una buena relación desde que era apenas unas niña. Mi padre y él era mejores amigos y habían fusionado sus empresas sin necesidad de nada más, más que confiar en el uno al otro, y así lo hicieron. Vicente, prácticamente, se convirtió en mi padre desde el momento en que mis padres perdieron la vida en un accidente de tráfico hace diez años. A mi hermano y a mí nos dio educación, cariño y nos enseñó todo lo relacionado con la empresa que nuestras familias tenían. No me alcanzaba la vida para agradecerle todo lo que había hecho por nosotros y no dejarnos desamparados. Erik sabía que su padre era una debilidad para mí. — ¡Pero qué buena noticia! —gritó emocionado Vicente. Comenzó a reír a carcajadas de la felicidad— ¡Mi hijo se casa en un mes señores! ¡Se casan en un mes! —gritó. Mis hombros se tensaron mientras las manos de Erik puestas en mi cintura me apretaron un poco más de lo normal al ver que estaba en estado de alerta. Todos los invitados comenzaron a vitorear y aplaudir por el clamor de la noticia. Sonreí con nerviosismo para aparentar frente Vicente que estaba con lágrimas en los ojos. — ¡Es el mejor día de mi vida! —gritó el papá de Erik, y yo me sentí pésima. Erik se inclinó hacia a mí para susurrarme al oído y solo yo escuchara. — No tengas miedo de dar el paso. Todo va a estar bien entre tú y yo. —Me dijo con descaro. Estaba mintiendo, nadie en su sano juicio, le creería luego de haberlo escuchado quedar con otra mujer para pasar la noche. ¿A qué estaba jugando? lo volteé a ver fulminándolo con la mirada, en medio de los aplausos que los invitados estaban dando por un compromiso forzado. — Si tanto te urge casarte, pídele matrimonio a la mujer con la que te vas a ir a revolcar esta noche —le di un fuerte pisotón con disimulo. Me alejé de él con pasos agigantados. Abracé a Vicente despidiéndome de él y de los invitados, con una sonrisa en los labios como si fuera la mujer más feliz del mundo, para salir de ahí. Me disculpé diciendo que me encontraba muy cansada porque tuve mucho trabajo durante el día y la conmoción del compromiso me habían agotado. Erik me alcanzó y me persiguió a todos lados disimulando que nos iríamos juntos, pues él "me llevaría a mi casa". Por suerte no tardamos en salir de ahí y una vez que estuvimos solos pude gritarle a la cara finalmente todo lo que le quería decir. — ¡Eres un maldito i***t*a! ¿¡Casarnos en un mes!? —le recriminé le puse mis manos en el pecho aventándolo lejos de mí.—¡No quiero casarme contigo! — ¿Te puedes calmar por favor? — ¿Calmar? ¿quieres que me calme? —le sonreí con sarcasmo.— Me pides que me case contigo de la nada, te dije que dejaras de ser un i***t*a, encima te quedas de ver con otra mujer para ir a revolcarte con ella, y no conforme con eso anuncias nuestra boda en un mes. — Alana, actúas como si estuvieras celosa. ¿Es eso? ¿Por eso estás enfadada? —me preguntó como si fuera una pregunta casual. No podía creer semejante majadería que me estaba diciendo. Simplemente no podía con él. Me planté frente a él con la frente en alto, no debía perder la compostura por la semejante estupidez que me estaba diciendo. — ¿Me estás diciendo que estoy celosa cuando lo que estoy diciendo es que no me quiero casar contigo? —no pude disimular lo furiosa que estaba con él ¿cómo se atrevía? — Está bien, perdón —no sentía sinceridad en sus disculpas.— No iré con Dalila si eso te hace sentir mejor. Lo hago para que realmente te sientas cómoda con la idea de que estaremos casados en un mes. Lo vi a los ojos con el pecho temblando en rabia. Quería que me sintiera cómoda, quería que aceptara su propuesta. Pensé en Vicente y su salud. Abrí la puerta de mi coche y me subí. Cerré la puerta y bajé el vidrio de la ventana. Erik se inclinó para asomarse. — Si quieres que realmente que me case contigo, comienza a comportarte como un caballero conmigo. No me interesa ser la mujer corneada frente a todos, y soy capaz de romper este estúpido compromiso sin importar las consecuencias, si no me tratas como se debe. —Prendí el motor del auto dispuesta a irme de ahí. — Vale, haré lo que me pides. —Me dijo, lo vi con desconfianza, pero había algo que me decía que lo cumpliría, o al menos así lo quería creer yo por mi propia paz mental.— Aunque no sé que le diré a los invitados si me ven que he llegado solo y no me he ido con mi prometida. — Puedes entrar por la puerta de servicio e ir a dormir. —Puse el auto en marcha sin mirar atrás. No lo quería ver más por esa noche. Maldito i***t*a. — ¡Como tú digas! —fue lo último que escuché de él con cierto tono sarcástico. No volteé a ver hacia atrás. Solo quería huir de ahí antes de regresar sobre mis pasos y ahorcarlo con mis propias manos. *** ERIK No podía creer que me había comprometido con Alana. Había pasado un mes luego de que nos habíamos comprometido y hoy era el día de nuestra boda. Nunca he sentido un interés particular por ella a pesar de que nos conocemos desde niños. Nuestros padres fueron grandes amigos y juntos fusionaron sus empresas para hacer una sola, Bo & Vo corporation, lo que llevó a que el crecimiento fuera enorme para hacer una empresa a nivel internacional. Nunca me hubiera imaginado casándome con Alana, pero era la voluntad de mi padre y la quería cumplir. Aún estaba vivo y me interesaba que sus últimos días realmente los estuviera disfrutando. No sabía en qué momento partiría, pero quería dejarle esa sensación de bienestar en sus últimos días de vida. Todo estaba preparado para ese día. Habíamos contratado a la mejor organizadora de bodas de la ciudad y había hecho lucir la boda tan grande como la quería. Estaba esperando al pie del altar a la novia que sería entregada por Mauricio, su hermano. Mi padre estaba en la banca de la parte de adelante atento a lo que estaba pasando. Se veía emocionado por el día. Y finalmente Alana entró. Iba vestida de blanco con esa elegancia que siempre la había caracterizado. Caminaba hacia a mí del brazo de su hermano que me veía atento fulminándome con la mirada porque me estaba casando con su hermana. Alana estaba realmente guapa. No voy a negar que tenía su encanto y que cualquier hombre podía voltear a verla para contemplar su belleza. No era mi tipo, pero era necesario estar con ella por el bien de mi papá. — Te entrego a lo más sagrado que tengo en esta vida —me dijo Mauricio plantándose frente a mí con su hermana al lado. — Cuidaré bien de ella. Puedes estar tranquilo. —Le dije.— No dejaré que nada malo le pase, nada le va a faltar. —Le sonreí. — Más vale que así sea. Ella no está sola y mi hermana es lo único que tengo en la vida —me abrazó diciéndome eso con cierta amenaza en su voz.— Aunque seas mi amigo, ella es mi hermana. Tomé a Alana de la mano y nos hincamos en el altar, listos para escuchar la ceremonia en medio de todos nuestros conocidos. Era justo lo que mi padre quería como su última voluntad. No me había casado por amor con ella, no tenía interés alguno, pero sabía que amaba a mi padre y lo complacería al igual que yo. *** ALANA Odiaba mi fiesta. Le había dicho a Erik que no quería una fiesta ostentosa, pero él insistió en que debía ser así para que Vicente se lo pasará genial, y no podía negar que estaba disfrutando de la fiesta y hablando con sus conocidos sobre lo feliz que estaba porque su hijo y yo nos habíamos casado. Estaba con una copa de vino blanco, mientras Erik charlaba con un par de chicas a lo lejos. — Hasta que finalmente alguien logra atrapar a Erik Voinescu —me dijo voz femenina que se colocó de inmediato frente a mí. — Victoria —saludé con educación. Victoria era una de las tantas chicas que tenían un crush con Erik. — De todas las propuestas que Erik tenía por delante, no puedo creer que tú hayas sido la mujer que se fue al altar con él. Parecía que estaba celosa. — Pareciera que estás celosa. —No tenía porqué tener cuidado con mis palabras. La cara se le desencajó por un momento. — Por supuesto que no estoy celosa —me dijo con una sonrisa sarcástica. En el fondo sabía que si estaba celosa, se notaba.— Es solo que nadie se explica porqué Erik terminó con alguien como tú. No eres su tipo. La vi por un momento a los ojos. — Te voy a dar un consejo. Si tanto te gusta meterte en la vida de los demás, tal vez sea momento de hacerte una vida propia. —Me di la media vuelta— ah, y si tanto quieres saber el porqué estoy yo vestida de blanco y no tú, tal vez deberías replantearte el tipo de mujer que soy en comparación tuya. Hay niveles mi amor. Caminé lejos de ella y su mala vibra. Sentí como me fulminaba con la mirada. Desafortunadamente esa noche no fue la única mujer a la que tuve que enfrentarme. Me deseaban un feliz matrimonio aunque por dentro deseaban lo contrario para mí. Haberme casado con Erik lo único que me trajo esa tarde fue una orda de mujeres obsesionadas por él. Durante la fiesta él solo se limitó a cruzar unas cuantas palabras conmigo, y solo estar conmigo lo necesario como para bailar el vals o partir el pastel. Después de la fiesta todo se complicó para mí. Estúpidamente no había pensado en que siendo esposos tendría que vivir con él. Había estado absorta en el trabajo con tal de no pensar en la boda. Él se había encargado de cada detalle en el que yo no quise participar. Me había negado a ver los detalles de la boda e incluso los de la luna de miel. Lo que nunca pensé de Erik es que fuera a poner mis cosas dentro de su habitación. Mi ropa, mis productos de belleza, mi rompa interior, todo estaba en su habitación. — ¿Qué hacen mis cosas en tu habitación? —pregunté cuando entré a la habitación pensando que solo sería mía. No voy a negar que ver mis cosas ahí me revolvía un poco el estómago por no saber qué era lo que este hombre estaba planeado. — ¿No es obvio? —se encogió de hombros volteando a ver toda la habitación.— Si eres mi esposa es lógico que duermas a mi lado y que cumplas con las funciones de una esposa. Así que desnúdate y métete a la cama que voy a cogert*e como nadie lo ha hecho en tu vida.
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