Prólogo
— Señora Voinescu ¿usted está de acuerdo con este divorcio? —me preguntó el juez.
— Sí, señor juez. Acepto el divorcio. —Le respondí firme.
— No podías ser más inteligente en este momento que aceptar el divorcio. —El tono burlón de Erik sonó a través de la sala de juntas.
Su amada Verónica estaba viendo el espectáculo sin disimular la sonrisa de triunfo que se le dibujaba en los labios.
Me paré de mi asiento con la elegancia de mis tacones prada sonando a través del lugar. Le extendí a Erik un sobre blanco, que aceptó con desgana.
— ¿Qué es esto? —me preguntó alzando una ceja.
— Una invitación, para mi fiesta de compromiso. —Meneé mi melena con orgullo.
— ¿Cómo? —la voz de pánico y sorpresa de Erik demostraba que no se esperaba esto— ¿Quién querría comprometerse contigo? —escupió una risita
burlona.
— Yo —La puerta de la sala de juntas estaba abierta y mi prometido caminaba hacia mí.
— ¿Qué está pasando aquí Alana? ¿En serio te vas a casar con él? No me jodas, no puedes hacer esto. Es el dueño de la compañía que es nuestra competencia. ¿Quieres ver quebrar nuestra empresa?
— Mírame —le di un beso a Nick frente a él.
— Eres la peor mujer que he conocido…
— Te voy a pedir que le hables con más respeto a mi futura esposa, de lo contrario te las vas a ver muy duras conmigo. —Nick amenazó a Erik.
— Te daremos todos los detalles de nuestra boda, tan pronto los tengamos —Le dije.
Nick tomó mi mano entrelazando con la suya. Salimos de aquel lugar con la frente en alto. Los pasos de Erik pisaban nuestros talones detrás de nosotros,
furioso por ver a otro hombre a mi lado dejando de lado a su amante.