Xenia la miró con los ojos muy abiertos. —¿Estás realmente sugiriendo… que vaya… en tu lugar? —Escúchame— dijo Johanna—. Todo lo que tienes que hacer es viajar a Lutenia y averiguar por qué quieren que vaya con tanta premura. Mi compromiso matrimonial fue anunciado hace tres meses, pero no me casaré hasta el próximo otoño. Supongo que debe tratarse de alguna ceremonia en la que debo aparecer, como futura reina. Pero no debe tener ninguna importancia. —Pero… el Rey… tu prometido… sabrá que no eres… tú. —Note que él va a prestar mucha atención, a juzgar por su conducta en el pasado — dijo Johanna. —¿Por qué no? No entiendo. —Te lo diré mientras nos cambiamos. Ven… entremos rápido al lavabo. . . debes ponerte mi vestido y yo me pondré el tuyo. —¡No podemos… quiero decir… es imposible!—