—Necesito respuestas— digo con calma tomando asiento frente a los supuestos ángeles que me custodian.
—Sarie, no podemos decirte— Dumah suspira molesto.
—Debo saber por qué me quieren muerta, tengo derecho, quiero saberlo— me exaspero — ¡Dime!
La estancia resuena ante mí demanda, parecer moverse a una intensidad apenas perceptible pero la siento, no sé cómo, pero lo hago. Observo con cautela a mí alrededor, Laylah se encuentra en las mismas condiciones que yo y su hermano me observa sorprendido por lo que acaba de ocurrir.
—Te diré, sólo lo que debas saber, pero deberás mantenerte callada y en calma— susurra el pelinegro.
Asiento lentamente y me mantengo expectante, mi corazón late con fuerza y siento que mis manos sudan por el nerviosismo, no puedo evitarlo, no estoy segura de que va
