Como todas las mañana tome mi café bien cargado, estaba decepcionada y muy molesta con Felipe. Nunca en mis 27 años me había pasado algo similar, jamás me habían dejado plantada. Era yo quien lo hacía, elegía con quien salir y con quién no. Estaba muy frustrada pero no dejaría que eso me desmotivara o arruinara mi día. Tenía muchas llamadas perdidas de Felipe y mensajes, los había leído todos y no respondido. —Alguien está de mal humor, ¿Qué paso? Te dejaron vestida y alborotada.—preguntó con burla Hellen. —¡No me dejo plantada! Yo le pedí que no viniera—respondí acomodando el folder en mi cartera. —Repítetelo hasta que te lo creas—divirtió—, ¿Cómo es que permites eso, Sarah? —No permití nada, es el idiota de mi jefe—respondí.—, Hellen ayer quería hablar contigo, pero como habías bebid