Capítulo 7NIKOS se levantó de la cama y descorrió las cortinas para que el sol iluminase la habitación, cuyas dos ventanas miraban una al bosque y la otra al valle. Thea lo admiró de nuevo a la luz de la mañana y pensó que ningún hombre podía ser más atractivo ni más viril. –¿Te das cuenta, cariño, de que llevamos casados cuatro días?– preguntó ella. –No podría decir si me parecen cuatro horas o cuatro siglos– respondió Nikos. Dándose cuenta de que su marido bromeaba, ella se echó a reír. Nikos se le acercó para verla con los rojos cabellos sobre los hombros. –Me pregunto si sabes lo bella que eres– dijo. –Dímelo tú– rogó ella, tendiéndole ambas manos. Él le reprochó con una sonrisa, –No me incites, porque aunque tengo deseos de regresar al amoroso lecho para demostrarte cuánto te