Me remuevo en la cama, aun con mis ojos cerrados, disfruto del aroma de su perfume mientras la abrazo con fuerza. No se mueve, no se aparta de mí y yo solo en este momento puedo cantar un poco de victoria dentro de mí. Siempre me gustó el aroma de su perfume, una mezcla entre dulce y cítrico. Su cabello también desprende ese aroma. Gruño, aprieto con más fuerza, sintiendo como mi erección se vuelve cada vez más grande, pero algo capta mi atención. Mi dureza está siendo amortiguada en algo muy suave, demasiado suave para ser el culo firme de Serafina. Abro mis ojos, la oscuridad me saluda y rápidamente enciendo mi lámpara de noche para verla. «¡No me jodas, Serafina!» Tiro la almohada en el suelo, levanto el cobertor y no está. Miro a ambos lados, me levanto de la cama apresurado y enc