Con sutileza, con calma, paso el pincel con pintura negra y trazo la línea que ya había dibujado previamente. Con lentitud, pero con firmeza, relleno en n***o el espacio en blanco y al obtener lo que quiero, me alejo. Detallo mi creación, la admiro unos segundos, para luego mezclar en la paleta un poco de blanco con el mismo n***o y así crear un poco de gris. Retomo mi trabajo y continuo pintando el lienzo con suma calma.
Después de ese “accidente” estuve en terapia durante un año, pero nada me dio tanta paz como pintar. Sé que aún tengo miedos que superar, sé perfectamente, que los demonios dentro de mí junto a esos miedos, me la juegan, pero desde que descubrí la pasión por la pintura, experimenté la paz que no logré experimentar en un año de terapias.
Cada quien lucha con sus batallas
