Ambos salimos del castillo al fin. De las pocas veces que he comido frente a Serafina, esta sin duda fue para mí la más difícil. Ella no dejaba de mostrarse coqueta, pícara, hablando con palabras de doble sentido y mirándome como si yo fuese su postre favorito. Ganas tenía de follármela sobre la misma barra de la cocina, pero no caí ante la tentación. Necesito organizar mis ideas, necesito enfocarme y saber que haré con esto que estoy comenzando a sentir en mi pecho que me inquieta, me quema y me priva el aire con solo verla. «Necesito saber cómo lidiar con mis emociones Cierro la gran puerta y lo primero que hago es ver sus pies calzados en esas pantuflas blancas e inmaculadas. Alzo mi ceja y me pregunto si ella es consiente que eso no regresará del mismo color debido a la tierra y el