Bajo las escaleras con el sueño en todo mi sistema, pero digna. Son las cinco de la mañana y aunque mi cuerpo me gritó que me quedara en la cama, que no moviera ningún músculo, decidí ignorarlo y levantarme al fin. Anoche no dormí absolutamente nada, todo por creer que él aparecería por la puerta ordenándome procrear como Dios manda. De solo recordar lo sucedido ayer, me doy golpes mentales, porque, aunque “la conversación” no resultó como lo esperaba, no pude deshacer de mi cuerpo las sensaciones que él despertó con su toque, y eso es lo que más me desespera al punto de irritarme, porque yo no debería de sentirme así, mi cuerpo no debería de estar así y mi mente, no debió de pasar toda la noche en estado de alerta esperando por él. «¿Qué se supone que iba a pasar de él llegar?» Odio a