Llego a las escaleras principales con los ánimos decaídos, pero la rabia bastante elevada. Otra vez comí en el suelo, otra vez lo hice sola, pero no voy a tirar la toalla. Daemon terminará abriéndome esas puertas, así sea para mandarme al carajo, y, aun así, yo aprovecharé para colarme y entrar, plantarme en medio de ella hasta que se digne a comer conmigo. «Estamos casados, así que tengo toda una vida para golpear esa puerta» Veo a Gio hacer acto de presencia, y cuando se da cuenta de que estoy bajando las escaleras, se detiene. —¡Fina! ¿Qué haces que no estás en cama? —Vengo de la habitación de tu hermano —digo desanimada. —¿Aún no se anima a salir de día? —No. —Solo dale tiempo —me sonríe con dulzura—. Al menos duermen juntos en las noches, eso es un buen comienzo. Me río nerv