Todas las mañanas, se levantaba antes de las cinco y, si la granja progresaba visiblemente era porque él, en persona, atendía todo y procuraba que los hombres que trabajaban bajo sus órdenes se interesaran tanto en su tarea como él. «El Squire es muy afortunado de contar con su ayuda», se dijo Romara. Ello le hizo recordar el día en que ella y Lord Ravenscar habían visitado a los Weston. ¡La señora Weston le había deseado muchas felicidades y había felicitado a Lord Ravenscar por tener una esposa tan encantadora como ella! Suponía que los Weston, y los demás arrendatarios de Lord Ravenscar, debían estarse preguntando qué le había sucedido. Aunque quizá ya estuvieran enterados de lo que ella había hecho y la recordaran con horror, considerándola indigna de ser la esposa de su amo. Rom