CAPÍTULO III Lord Harvey Wychbold, sentado en un carruaje al lado de Lord Windover, quien conducía un magnífico par de caballos bayos, ostentaba una satisfecha sonrisa. Casi no podía dar crédito a su buena fortuna: la noche anterior, en Wattiers, Lord Windover, que se encontraba de pie cerca de él en el bar, empezó a hablar de una pelea de box que iba a tener lugar en Wimbledon y había sugerido que la vieran juntos. Desde que llegó a Londres, Sir Harvey había aspirado a convertirse en una figura de la alta sociedad, pero los miembros del verdadero Beau Ton lo evitaban y ya casi había perdido la esperanza de realizar su ambición. En cierto modo, como era rico, le resultaba fácil congraciarse con los miembros pobres de la nobleza y con aquellos que habían perdido su fortuna en las cartas