CAPÍTULO VII La tarde estaba ya muy avanzada cuando, finalmente, partieron hacia la Casa Raven. Romara iba con Lord Ravenscar en su faetón, y Caryl y Alexander, en brazos de su nodriza, viajaban con el Squire. Sin embargo, Romara no podía hablar confidencialmente con Lord Ravenscar debido a la presencia del palafrenero, que iba sentado atrás. Aunque tal vez no hubiera podido oír lo que decían, Romara estaba muy consciente de su presencia. Le alegraba extraordinariamente volver a casa y, al mismo tiempo, se sentía nerviosa, pues temía pensar en los sentimientos de Lord Ravenscar. Recordaba aún el tono airado con que le había preguntado al llegar: «¿Por qué desapareciste en esa maldita forma?». Sin embargo, ¡la había besado! Pero, ¿había sido realmente un beso? ¿Habría significado