Nidito der amor

1047 Words
Todos los ojos estaban en los esposos Carrington mientras saludaban y sonreían a los invitados. Alexa fingió besarle la mejilla a Henry mientras le susurraba al oído: —Si no quitas tu asquerosa mano de mi trasero, te la voy a cortar y haré un guisado con ella que tú mismo te comerás. —¡Oh! Mi linda esposa sabe cocinar —se burló Henry, apretando el trasero de Alexa con una sonrisa juguetona. —Pedazo de idiota... —Las palabras de Alexa se ahogaron en su boca cuando Henry la besó en los labios para callarla. —Propongo que nos acomodemos en nuestros respectivos lugares. Me encantaría hacer un brindis en honor a la mujer más hermosa sobre la faz de la tierra, con quien tuve la suerte de casarme hoy —propuso Henry. Alexa no tuvo más remedio que sonreír ante la propuesta de su "amado esposo". Los invitados se acomodaron y se realizó el brindis. A la hora de servir la comida, Henry tomó a Alexa y la hizo sentar en su regazo, alimentándola de su propio plato. Todos los miraban con admiración, aparentemente creyendo en la historia. Mientras Alexa tomaba cada bocado, renegaba en su mente, “Maldito infeliz, Carrington, me las pagarás muy caro”. Bajo la mesa, enterraba sus uñas en el muslo de Henry, pero él solo sonreía, disfrutando con malicia. Henry estaba encantado de molestar a Alexa, sabiendo que este año le serviría de muchas maneras, disfrutando a sus expensas en todos los sentidos. Algunos dueños de otras empresas se acercaron para felicitarlos de corazón, mientras que otros lo hicieron por curiosidad acerca de la nueva configuración de la compañía tras la fusión. Henry tenía una respuesta para todos. Alexa se sorprendió; el castaño era realmente perspicaz. La respuesta que más le llamó la atención fue: —Es el día de mi boda; no quiero hablar de negocios, solo disfrutar con mi esposa —dijo Henry, despidiéndose cordialmente mientras tomaba la cintura de Alexa para iniciar su primer baile. —Eres muy inteligente para ser tú —dijo Alexa mientras se movían al ritmo de la música. —Y tú bailas muy bien para ser tú —respondió Henry con una sonrisa burlona. —¡Oye, estudié danzas contemporáneas y soy profesora de baile en Londres! —Alexa hizo un puchero indignada, sin llamar mucho la atención, ya que todos los ojos estaban puestos en ellos. —Yo me encargaré de gestionar todo tu dinero, ya que estudié administración y finanzas —anunció Henry, ganándose un aplauso general de los presentes. Carrington rió y le dio un beso cariñoso a Alexa. La recepción continuó con una lluvia de fotos, regalos y buenos deseos para la nueva pareja. A medida que la noche avanzaba y los invitados comenzaban a irse, un grupo de chicas se quedó murmurando. Alexa estaba acostumbrada a eso; las chicas siempre hablaban de ella por ser más bella y talentosa que muchas. Sin embargo, algo en la conversación captó su atención. —Lily comentó que este matrimonio no durará mucho, porque Henry tiene una debilidad por ella que lo hará caer —dijo Marcia en tono conspirador. —Bueno, yo... los veo muy enamorados. Henry hasta le dio de comer en la boca a Alexa, están muy acaramelados —susurró Rose. —¿Enamorados? No lo creo. Siempre se han odiado; para mí, hay algo raro —murmuró Lisa. —Te equivocas, Lisa —dijo Alexa, interrumpiendo—. No era mi intención escuchar, pero al oír mi nombre no pude evitarlo. Primero, no hay nada raro aquí; Henry y yo nos amamos y decidimos casarnos. Segundo, díganle a Lily que deje de perder el tiempo. Ella no tiene ninguna oportunidad; Henry solo tiene una debilidad, y esa soy yo. Y si se atreve a meterse en nuestro matrimonio, tendrá que enfrentarse a mí. Habló con tal firmeza que incluso ella misma se convenció de sus palabras. “Soy buena actuando” pensó Alexa, satisfecha. —Mi esposa tiene razón; a la única que deseo a mi lado es a ella —dijo Henry, apareciendo detrás de las chicas, que se quedaron pálidas y sorprendidas como si hubieran visto un fantasma. Alexa sonrió complacida y, en esta ocasión, fue ella quien besó a Henry. Aprovechando la distracción, Marcia, Rose y Lisa se escabulleron rápidamente, tropezando en su apresurada huida. —Te ves adorable cuando te pones celosa —susurró Henry al terminar el beso. —No estoy celosa, idiota —dijo Alexa, dándole un codazo en el estómago de forma disimulada—. Solo estoy marcando mi territorio. Henry sonrió, aún sintiendo el golpe. Miró el contoneo de Alexa y murmuró entre dientes: —Maldita enana y su cuerpo perfecto. Sí, claro, Alexa no estaba celosa; solo marcaba su territorio, que era algo muy diferente, ¿verdad? Vivir bajo el mismo techo con el idiota de Henry Carrington y fingir ser una pareja recién casada y enormemente feliz iba a ser peor que estar en el mismísimo infierno. Su falso matrimonio sería más creíble si se hubieran ido de luna de miel, pero eso sería incómodo, un gasto extra y una completa pérdida de tiempo. Henry necesitaba enfocarse en los proyectos para mejorar la estabilidad económica de la nueva empresa resultante de la fusión de las compañías Kingsley y Carrington. Así que se encontraron frente a la casa que sería "su nidito de amor" durante todo el año de matrimonio. —Recuerdas esta casa, ¿verdad? La compraron mis padres cuando se casaron, pero cuando me mudé a Inglaterra, se mudaron porque era demasiado grande solo para ellos dos. La remodelaron desde entonces; es perfecta para nosotros —dijo Henry. —Es más grande y bonita de lo que recordaba —respondió Alexa, cruzando los brazos. —Bien, entra, o ¿quieres que te cargue en brazos? —se burló Henry. —Sí, por favor. Esa es la costumbre; si fueras un buen esposo, lo harías. Pero como no lo eres... —respondió Alexa con tono desafiante. Era solo un juego para molestar a Henry, pero él se lo tomó muy en serio. Sin previo aviso, cargó a Alexa sobre su hombro como si fuera un saco de papas y abrió la puerta con dificultad.
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