Henry apagó el motor de su auto y se quedó sentado en silencio por un momento, mirando la entrada de la casa. Había estado pensando en cómo hablar con Alexa durante todo el camino de regreso, pero al estacionar, se dio cuenta de un pequeño detalle que le hizo sentir aún más torpe. No llevaba nada, ningún gesto físico que acompañara la disculpa que tenía en mente. Ni flores, ni chocolates, ni siquiera un simple gesto simbólico para suavizar lo que había sido una mañana tensa y llena de palabras hirientes. Suspiró, golpeando suavemente el volante con las manos, frustrado consigo mismo. “¿Cómo he podido olvidar algo tan básico?”, pensó. “Aunque debería de sentirse más que alagada con mi propia presencia.” Sonrió ante sus pensamientos. Era demasiado presuntuoso para tener un poco de humildad