Nadia era una presencia imponente, no por su físico, sino por su manera de moverse y el aura de confianza que siempre irradiaba. Su mirada, normalmente amigable, ahora parecía más seria, casi desafiante. Henry sintió de inmediato la tensión en el aire, sabía que la amistad entre Nadia y Alexa era sólida como una roca, y en ese momento no era difícil adivinar que Nadia no estaba allí para una conversación casual. Dejando los juegos de lado respondió:
—Esto es pura farándula, Nadia. No sé porque te alarmas, así Alexa y yo lleváramos diez años de novios, también abríamos aparecido en la portada del periódico. —Henry se encogió de hombros restándole importancia. Nadia se sentó frente al escritorio del castaño.
—Escúchame bien Carrington, para todo el mundo fue una sorpresa este dichoso matr
